BIOGRAFÍA
Anil Jain (Basti, India, 1948) obtuvo el título de máster (1970) y de doctor (1973) en Ingeniería Eléctrica por la Universidad Estatal de Ohio. En 1974 se incorporó a la Universidad Estatal de Michigan, donde ha desarrollado toda su carrera y hoy es University Distinguished Professor. Es autor de casi 300 publicaciones en revistas científicas y de quince libros, entre los que figuran Introduction to Biometrics, Handbook of Face Recognition, Handbook of Fingerprint Recognition y Algorithms for Clustering Data. Titular de una decena de patentes, ha sido editor jefe de IEEE Transactions on Pattern Analysis and Machine Intelligence, y editor asociado de esta y otras siete publicaciones científicas. Es Amazon Scholar desde 2021, ha sido profesor visitante en el Instituto Internacional de Tecnología de la Información en Hyderabad (India), la Universidad de Corea, el ETH Zúrich o el Centro de Investigación T.J. Watson de IBM; y es miembro del estudio sobre presente, futuro y gobernanza del reconocimiento facial de las Academias Nacionales de Ciencias de Estados Unidos.
CONTRIBUCIÓN
Tras estudiar en su país natal, India, Anil Jain comenzó su carrera investigadora en la Universidad Estatal de Ohio desarrollando sistemas automáticos para distinguir si un avión militar en el cielo pertenecía al ejército propio o al del enemigo. De ahí pasó a estudiar cómo discernir si las imágenes médicas tenían indicios de enfermedad, y después a reconocer con un ordenador la dirección a la que se enviaba una carta postal. Pero ninguna de estas aplicaciones del problema fundamental del reconocimiento de patrones le llevaron tan lejos como la identificación de huellas dactilares y de rostros, aspectos en los que se ha convertido en una referencia a nivel mundial.
En los años 1970, el galardonado investigaba el problema de cómo agrupar un conjunto de datos de la manera más eficaz posible, conocido como clustering. Aunque existían muchos algoritmos para lograr este objetivo, ninguno se ocupaba de un asunto que el premiado consideraba clave: cómo validar si el resultado del algoritmo del clustering tenía sentido, es decir, si las categorías que encontraba eran significativas. Jain elaboró una manera de validar este tipo de algoritmos, proponiendo además maneras de visualizar la agrupación de los datos de manera precisa.
Gracias a estos avances, en la década de los 1990 recibió una llamada de un colega que buscaba una aplicación civil para un aparato recién diseñado en la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense. El ahora galardonado exploró las posibilidades de aquella máquina y pronto dedujo que podía servir para detectar la coincidencia entre dos huellas dactilares 100 veces más rápido de lo que era posible hasta entonces. Aquel hallazgo condujo a seis patentes y, con el tiempo, el grupo de Jain se convirtió en referencia internacional del reconocimiento de huellas dactilares.
Esta tecnología, que ya utilizamos para acceder de manera segura a nuestros teléfonos móviles y ofrece pistas en la investigación de delitos, ha sido clave también para desarrollar un sistema de identificación para la población de la India, que hasta hace menos de dos décadas no contaba con un registro unificado de sus ciudadanos. En 2009, Jain colaboró con el Gobierno indio para establecer un sistema fiable que diera acceso a toda la ciudadanía a los servicios sociales y bancarios y les permitiera ejercer su derecho de voto, respetando además la privacidad de los usuarios.
Además, Jain fue pionero en demostrar hasta qué punto es posible que las huellas dactilares de dos personas sean iguales. Aunque se creía que era del todo imposible, el galardonado demostró que la pequeña distorsión que se introduce en la huella al presionar la yema del dedo sobre una superficie hace que exista una pequeña probabilidad de que las huellas de diferentes personas se identifiquen erróneamente como la misma. “Aquel artículo, que publicamos en 2002, cambió la perspectiva de las agencias forenses, que ya no podían dar por sentado que las huellas de cada persona eran únicas”.
Por otro lado, el premiado demostró también la estabilidad de las huellas dactilares a lo largo del tiempo, confirmando por primera vez la creencia popular con datos sólidos. Obtuvo un conjunto de datos de 40.000 criminales reincidentes a lo largo de 12 años, cuyas huellas se tomaban cada vez que se les detenía, y observó que efectivamente no cambiaban con el tiempo.
“Este es un premio merecidísimo, porque claramente Anil Jain es el padre del reconocimiento dactilar, uno de los padres del reconocimiento por el iris y, dentro del reconocimiento facial, él ha planteado y aportado soluciones a problemas de frontera motivados por cambios de iluminación, de aspecto o por envejecimiento”, afirma el profesor Javier Ortega García, catedrático de Teoría de la Señal y Comunicaciones y Director de la Escuela de Transformación Digital en la Universidad Autónoma de Madrid, quien ha colaborado con el galardonado a lo largo de varias estancias de investigación realizadas en su laboratorio.