Ciro de Quadros (Rio Pardo, Brasil; 1940 – Washington DC, Estados Unidos; 2014) estudió Medicina en 1966 y realizó un máster en Salud Pública en 1968. Trabajó para la Organización Mundial de la Salud (OMS) como epidemiólogo jefe del Programa de Erradicación de la Viruela (1970-76). A continuación, entró a formar parte de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) como asesor en Inmunización y jefe del Programa Extendido de Inmunización para las Américas. En 1994, fue nombrado director del Programa Especial de Inmunización y Vacunas de este organismo y, entre 1999 y 2002, fue director de su División de Vacunas e Inmunización. En Estados Unidos, fue vicepresidente ejecutivo del Albert B. Sabin Vaccine Institute, catedrático asociado adjunto en el Departamento de Salud Internacional de la Facultad de Higiene y Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins y catedrático adjunto en el Departamento de Medicina Tropical de la Facultad de Medicina de la Universidad George Washington.
Su figura fue fundamental para contribuir a erradicar la viruela de África en los años 70 y la poliomelitis de la Región de las Américas en los años 90. Su estrategia en Perú se caracterizó por involucrar a los medios de comunicación para llamar la atención de todos —incluida la guerrilla— sobre la necesidad de cooperar con las campañas de vacunación. Posteriormente, concentró sus esfuerzos en la erradicación del sarampión, un objetivo que logró en la región a principios de la década de los 2000.
Autor de más de 80 publicaciones en revistas internacionales y de cuatro libros, y doctor honoris causa por la Universidad Federal de Ciencias Médicas, en Porto Alegre (Río Grande del Sur, Brasil), recibió numerosos galardones, como el World Health Day Award de la Asociación Americana de Salud Pública (1987) y el nombramiento como Public Health Hero por el presidente de México (2002). En abril de 2014, la OPS/OMS le nombró Héroe de la Salud Pública de las Américas. Falleció un mes después, en Washington DC (Estados Unidos), el 28 de mayo de 2014.
Discurso
Cooperación al desarrollo, IV edición
Rueda de prensa
Ciro de Quadros explica que la inversión en salud no solo mejora la salud de las poblaciones si no también la salud económica de los países
Explicaba Ciro de Quadros que cuando estudiaba medicina en su Brasil natal se dio cuenta de que la mayoría de las enfermedades tenían un fondo social y estaban relacionadas con la pobreza, por ello que decidiera orientarse hacia la salud pública. Ahí comenzó un compromiso social que fue una de las señas de identidad de su biografía y le hizo merecedor del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cooperación al Desarrollo. De Quadros fue galardonado por “liderar la eliminación de la polio y el sarampión de América, y por ser uno de los científicos más importantes en la erradicación de la viruela en todo el mundo”.
De Quadros ha sido galardonado por «liderar la eliminación de la polio y el sarampión de América, y por ser uno de los científicos más importantes en la erradicación de la viruela en todo el mundo».
TUITEAR
Otro rasgo de su carrera fue cómo conjugó ese compromiso con la evidencia científica y cómo fue capaz de ir más allá de la medicina. De Quadros fue planificador, estratega, gestor… y hasta negociador con grupos guerrilleros. Antes incluso de terminar su máster en Salud Pública en 1968, De Quadros ya había comenzado a trabajar en la Amazonia brasileña, donde tuvo el propósito de vacunar a toda la población atendida por su centro de salud, en una época en que la tasa de vacunación en esas regiones no llegaba al 10 por ciento.
Esta fue otra de las constantes en la trayectoria de Ciro de Quadros: fijarse metas que otros consideraban imposibles… y alcanzarlas. ¿Un utópico con suerte?: “Mi suerte ha sido trabajar con equipos muy comprometidos y que todos mis proyectos hayan tenido éxito”, afirmaba. Admitía que fue más ambicioso que otros, pero añadía que siempre fijó sus metas, aunque fueran difíciles, basándose en las posibilidades reales que le ofrecía el avance científico: “Cuando sabemos que contamos con recursos tecnológicos que nos permiten dar solución a los problemas de salud, sería inmoral no aplicarlos”.
Tan concretos fueron sus objetivos como tangibles sus resultados. La labor que realizó en Brasil llamó la atención de la Organización Mundial de la Salud, que decidió enviarle a Etiopía para trabajar como epidemiólogo jefe del Programa de Erradicación de la Viruela. “Mi laboratorio es el terreno”, comentaba. De Quadros, que como médico atendió algunos de los últimos casos de viruela del mundo, no ocultaba la satisfacción por una intervención que marcó su vida: “Estoy orgulloso de haber participado en esa misión. Lo que se siente al contribuir a erradicar una enfermedad que ha causado millones de muertes es indescriptible”.
El último caso de viruela del mundo fue diagnosticado en Somalia en 1977. Solo unos meses antes Ciro de Quadros regresaba a América, donde la Organización Panamericana de la Salud (OPS) le hacía responsable de los programas de vacunación del continente. En veinticinco años y desde distintos cargos, desarrolló todas sus habilidades hasta lograr que la poliomielitis y el sarampión desaparecieran del continente americano.
Todo ello fue valorado por un jurado internacional cuyos miembros calificaron a De Quadros como «héroe de la salud global». Añadiendo que no solo ha investigado, sino que lideró e inspiró –aportando conocimiento– la lucha contra las enfermedades infecciosas con grandes éxitos. Después de ser pieza clave en un proyecto diseñado por otros, como el de la erradicación de la viruela, inició una etapa en la que él mismo marcó los objetivos y cómo alcanzarlos. En 1981 y ante el escepticismo general decidió que acabaría con la poliomielitis en Brasil, donde se registraban un promedio de hasta doscientos casos al mes. Aplicó ideas como crear fines de semana dedicados a la vacunación. En 1989 la enfermedad había desaparecido del país, aunque ya en 1985 la OPS le había encomendado seguir con el resto del continente.
La tarea encontró obstáculos de todo tipo, empezando por los conflictos que convulsionaban algunos países. De Quadros sacó a relucir sus dotes diplomáticas y de comunicador. En El Salvador logró que los fines de semana de vacunación se convirtieran en días de tranquilidad para el país. En Perú el acuerdo con el grupo guerrillero terrorista Sendero Luminoso no fue posible, pero De Quadros recurrió a los medios de comunicación y no cesó en las campañas de vacunación intensivas. En 1994 la poliomielitis había sido oficialmente eliminada del continente americano. El siguiente enemigo fue el sarampión, y la victoria llegó en 2002.
El jurado del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento afirmó sobre De Quadros en su acta: «Gracias a su trabajo se está más cerca de lograr el objetivo del desarrollo del milenio que persigue reducir en dos tercios las tasas de mortalidad de los niños menores de cinco años para 2015».
De hecho, su obsesión era lograr universalizar las vacunas disponibles: «El reto del futuro no será tanto el desarrollo tecnológico de las vacunas, sino cómo llevarlas de forma equitativa a toda la población». Y es en este punto en el que cobra todo el sentido su premio dentro de la categoría de Cooperación al Desarrollo porque, como percibió en sus años de estudiante, De Quadros ligaba la salud con el progreso de los países. Le gustaba recordar que una población vacunada tiene un rendimiento mayor –ya sea escolar en los niños o productivo en los adultos–, por lo que contribuye más a la riqueza de un país.
Su discurso era todo menos paternalista. Su estrategia se dirigía a concienciar a los países en desarrollo de la responsabilidad que tienen hacia su población: «Hay que hacer un llamamiento a los ministerios de Salud, pero también a los de Economía y Finanzas y a los parlamentos, para que utilicen los recursos necesarios para financiar los programas de vacunación sin depender tanto de las ayudas internacionales».
Pero también había un mensaje para el futuro centrado en el avance científico. De Quadros estaba convencido de que el siglo XXI será el siglo de las vacunas: «En este siglo vamos a lograr vacunas para enfermedades que considerábamos crónicas o degenerativas, pero que ya sabemos o intuimos que pueden ser causadas por agentes infecciosos». Y junto a este objetivo general, otro más centrado en los países en desarrollo: la necesidad de conseguir vacunas contra las enfermedades de la pobreza y de implementar programas para tratar las enfermedades desatendidas u olvidadas. Son décadas de intensa labor sobre el terreno, pero De Quadros afrontaba estos retos con optimismo: «Cuando ya has logrado solucionar problemas de la humanidad, encuentras motivación para seguir trabajando».