BIOGRAFÍA
Daniel Joshua Drucker (Montreal, Quebec, Canadá, 1956) se licenció en Medicina en la Universidad de Toronto en 1980 y tras pasar por el Hospital Johns Hopkins y el Hospital General de Massachusetts, en 1987 se incorporó a la Universidad de Toronto y al Hospital General de Toronto, simultaneando desde entonces docencia e investigación. Así, hoy es catedrático en la Universidad de Toronto y científico sénior en el Instituto de Investigación Lunenfeld-Tanenbaum del Hospital Monte Sinaí de la misma ciudad. Ha participado en más de 60 proyectos de investigación sometidos a revisión por pares y forma parte del Consejo Editorial del Journal of the Endocrine Society, Molecular Metabolism y Cell Metabolism, además de ser Consulting Editor de Diabetes. Titular o cotitular de una treintena de patentes solo en Estados Unidos, es autor de más de 300 publicaciones en revistas científicas.
CONTRIBUCIÓN
En los años 80 del siglo XX, un grupo de científicos del Hospital General de Massachusetts se propuso entender el papel de unas hormonas recién descubiertas, entre las cuales se encontraba el péptido GLP-1. Joel Habener logró clonar el gen que codificaba estas hormonas, y Svetlana Mojsov consiguió identificar el GLP-1 y demostrar que estimulaba la producción de insulina en el páncreas de las ratas.
Daniel Drucker, entonces investigador posdoctoral en el mismo hospital, centró sus esfuerzos en comprender la función precisa que realizaba el GLP-1. Tras muchos experimentos, acabó por deducir que la producción de insulina solo se daba en formas muy cortas del péptido, y únicamente con un nivel alto de azúcar en sangre. En 1996, el galardonado demostró que el GLP-1, además, moderaba el apetito de los animales, reduciendo su peso.
Desde entonces, el GLP-1 ha supuesto un avance trascendental en el tratamiento tanto de la diabetes tipo 2 como de la obesidad. Para la diabetes tipo 2 ya existían algunos medicamentos, pero esta nueva generación basada en GLP-1 reduce drásticamente el riesgo de que el nivel de azúcar en sangre descienda por debajo del límite seguro. Además, el pronóstico de la enfermedad mejora considerablemente gracias a la bajada de peso que también causa el GLP-1, y últimamente se está observando que los nuevos medicamentos reducen además el riesgo de otras complicaciones asociadas a la diabetes tipo 2, como la ceguera, las enfermedades renales o los infartos.
En cuanto a la obesidad, las reducciones de entre el 15 y el 20% de la masa corporal que se han logrado suponen un hito nunca visto y, al igual que con la diabetes, los medicamentos basados en el GLP-1 consiguen reducir también los riesgos asociados a la obesidad como las enfermedades cardiovasculares.