David Tilman (Illinois, Estados Unidos; 1949) se licenció en Zoología en 1971 y se doctoró en Ecología en 1976 en la Universidad de Michigan. Ha desarrollado su actividad docente e investigadora en la Universidad de Minnesota donde es catedrático desde 1984 y donde, además, dirige desde 1992 la Reserva de Cedar Creek, una estación de investigación que cuenta con 2.800 hectáreas donde estableció nuevos sistemas experimentales de estudio a largo plazo que le han llevado a sus contribuciones fundamentales.
Tilman ha publicado más de 260 artículos en revistas internacionales con gran impacto en su área: en las décadas de 1991-2000 y 2001- 2010 fue designado como el científico más citado de la década en Ecología y Medioambiente por el ‘Essential Science Indicators’. Además, ha sido editor fundador de ‘Issues in Ecology’ y ha formado parte de los consejos editoriales de ‘Science’ y ‘Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA’, entre otras revistas.
David Tilman es miembro de la Academia Nacional de Ciencias y de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias (EEUU). Entre sus numerosos premios figura el MacArthur Award de la Sociedad Ecol Ecole Ciencias y el International Prize for Biology y la medalla Alexander von Humboldt.
Discurso
Ecología y Biología de la Conservación VII edición
«Lo que más nos sorprendente de la Tierra es probablemente la existencia de vida. Y lo más sorprendente de la vida es, probablemente, su diversidad, el núme- ro tan fenomenal de especies que hay». David Tilman, a quien corresponden estas palabras, se hizo ecólogo para entender el origen de tanta variedad. Esa curiosidad le ha llevado a descubrir algo inesperado: que es precisamente esa biodiversidad que a él le fascina lo que determina la salud de los ecosistemas. Por ese hallazgo Tilman es el ganador de esta séptima edición del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación.
Su trabajo —explica el acta del jurado— «cuantificó por primera vez el valor de conservar la biodiversidad, demostrando de manera inequívoca que las comunidades más diversas son más productivas, más resistentes ante invasiones de especies exóticas y más estables ante fenómenos perturbadores como la sequía».
El descubrimiento de David Tilman catedrático de la Universidad de Minnesota, desató en su día una gran polémica. Fue «una enorme sorpresa», según él mismo recuerda, porque hasta entonces se creía que ocurría justo lo contrario: a más especies en el ecosistema, más inestabilidad.
«Se pensaba que el funcionamiento de los ecosistemas dependía solo de unas pocas especies importantes; las demás se debían conservar, sí, pero por una cuestión moral, no científica. Nuestro descubrimiento generó un gran debate, y muchos creyeron que el experimento estaba mal», explica Tilman. No en vano la publicación que lo expone en ‘Nature’, en 1994, es de las más citadas en la ecología moderna. «Cuando se desafía un paradigma vigente durante veinte años se generan un montón de nuevas preguntas».
Tilman no partía de un deseo previo de refutar lo establecido. Amante de las matemáticas y también de la naturaleza, la ecología representaba para él la fusión de ambas pasiones: si el medio natural está hecho de múltiples elementos en interacción, las matemáticas pueden ser la poderosa lente de aumento que desvela sus leyes. Así, desde su doctorado sobre cómo compiten por los recursos las algas del lago Míchigan, Tilman ha investigado el funcionamiento de los ecosistemas en un diálogo constante entre teoría y experimentación.
Fue en los experimentos que inició a principios de los ochenta en las praderas de Cedar Creek, Minnesota, donde obtuvo su polémico resultado. Tilman lo relaciona con dos hechos fortuitos: una sequía en 1988 y un congreso al que asistió en Alemania en el que se planteaba si la diversidad podría afectar al funcionamiento de los ecosistemas. «Eso me hizo preguntarme cuál había sido el impacto de la sequía», refiere. Al analizar los datos «vimos que salía muy fortalecida la hipótesis de que a más biodiversidad, más estabilidad». Su respuesta a la consiguiente polémica fue poner en marcha el primer experimento a largo plazo para estudiar biodiversidad en el campo, investigación que a día de hoy continúa.
Ahora bien, el nuevo resultado planteaba otra pregunta: ¿Por qué el ecosistema sale beneficiado con la variedad? Para averiguarlo, David Tilman introdujo en sus modelos teóricos la idea de que cada especie se especializa en una habilidad en detrimento de otras: más capacidad de dispersión, por ejemplo, frente a más capacidad de obtención de recursos. Y eso resultó ser la clave. Igual que los miembros de la sociedad humana desempeñan distintas profesiones, «el ecosistema es una red de habilidades, y cuanta más variedad tenga, mejor funcionará»
«el ecosistema es una red de habilidades, y cuanta más variedad tenga, mejor funcionará»
TUITEAR
Estos hallazgos tienen importantes aplicaciones prácticas; por ejemplo, a la hora de decidir las políticas sobre biocombustibles. Tilman ha demostrado que los biocombustibles solo benefician al medio ambiente si proceden de especies de praderas salvajes, praderas cuanto más biodiversas (y por tanto más productivas) mejor. En cambio, los biocombustibles tradicionales derivados del maíz o la caña de azúcar emiten a la atmósfera mucho más carbono del que almacenan, dado que el propio proceso de cultivo conlleva emisiones a menudo procedentes de la deforestación previa de un área de selva.
Además no es ético, para Tilman, que el precio de los cultivos para la alimentación humana aumente porque los biocombustibles hacen crecer la demanda. «Los biocombustibles no solucionan nuestro problema de emisiones de gases de efecto invernadero. Lo importante es que desarrollemos un transporte mucho más eficiente», asevera.
Hoy David Tilman investiga en cómo aumentar la productividad agraria sin dañar el medio ambiente. La clave está en mejorar la eficacia de los cultivos en países en desarrollo: «Sabemos cómo conseguir cosechas mucho más abundantes e incluso de forma más sostenible», afirma. Si se llevara ese conocimiento a las personas adecuadas, «no habría presión para deforestar más suelo para cultivos».
Otro de sus últimos resultados relaciona nutrición y medio ambiente, pues las dietas más saludables, asegura Tilman, son también las que más contribuyen a preservar la naturaleza. ¿Cuáles son estas? La vegetariana y —buenas noticias— la mediterránea. Conviene saberlo porque «vivimos en una época en que el hombre destruye hábitats, simplifica ecosistemas, hace que las especies se extingan», advierte Tilman.
«Corremos el riesgo de que los ecosistemas dejen de prestarnos servicios de los que dependemos, como el agua limpia o el almacenamiento de carbono. La biodiversidad es importante».