BIOGRAFÍA
Dolores Albarracín (La Plata, Argentina) es titular de la cátedra Alexandra Heyman Nash en la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos). Se licenció en Psicología en la Universidad Católica de La Plata (Argentina) y se doctoró en Psicología Clínica en la Universidad de Belgrano (Argentina) y en la Universidad de Illinois en Urbana Champaign (Estados Unidos). En 1997 se incorporó a la Universidad de Florida (Estados Unidos) hasta 2007, cuando empezó a enseñar en la Universidad de Illinois. En 2012, se incorporó a la Universidad de Pensilvania donde, desde 2021, dirige el Laboratorio de Acción Social y el Grupo de Salud y Medios Sociales en la Escuela de Comunicación Annenberg. Ha publicado más de 170 artículos y capítulos de libros en el ámbito de la psicología y la salud. Sus dos libros más recientes son Creating Conspiracy Beliefs: How Our Thoughts Are Shaped y Action e Inaction in a Social World: Predicting and Changing Attitudes and Behavior.
CONTRIBUCIÓN
Dolores Albarracín ha enfocado su investigación en comprender cómo pueden cambiarse las actitudes, en especial con respecto a los mensajes persuasivos. En su libro Action and Inaction in a Social World: Prediction and Change of Attitudes and Behaviors, demuestra que es más eficaz apelar a la acción que a la inacción para provocar un comportamiento, y que, cuando el receptor no tiene tiempo de analizar un mensaje persuasivo, basará su actitud y su comportamiento en el factor emocional.
También ha explorado los métodos para desacreditar la desinformación y las teorías conspirativas, que se entienden ahora como un problema de influencia social en lugar de como un elemento de la personalidad individual. La galardonada asegura que una sociedad en la que hay incertidumbre es más susceptible a los mensajes conspirativos, que llegan por medio tanto de redes interpersonales como por otros medios de información.
Según Albarracín, la Teoría de las Actitudes también es útil para priorizar qué tipo de desinformación atajar, interviniendo antes en aquella que tiene un impacto directo y negativo sobre la conducta. Además, sostiene que lo más eficaz no es la confrontación directa sino hacer un desvío para sustituir una creencia errónea por otra correcta y argumentada. Su trabajo experimental ha sido clave para definir estrategias de salud pública que eviten los comportamientos de riesgo y cuenten con la influencia del entorno. También ha demostrado que son más eficaces los mensajes que utilizan el miedo, pero es preferible que se orienten a disuadir conductas de riesgo o promover otras aconsejables.