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Discurso de aceptación
Elke Weber
Elke Weber (Gelsenkirchen, Alemania, 1957) se licenció en Psicología en la Universidad York (Toronto, Canadá) y se doctoró en Psicología Cognitiva en la Universidad de Harvard (Cambridge, Estados Unidos). Entre 1984 y 1999 llevó a cabo docencia e investigación en las universidades de Toronto, Illinois en Urbana‑Champaign, Chicago, Stanford, Koblenz (Alemania) y Estatal de Ohio. A continuación, se incorporó a la Universidad de Columbia, donde primero fue catedrática de Gestión y catedrática de Psicología y, a partir de 2003, titular de la cátedra Jerome A. Chazen de Negocios Internacionales en la Columbia Business School. En Columbia fundó el Centro para las Ciencias de la Decisión y el Centro de Investigación en Decisiones Medioambientales y ejerció como profesora visitante en la London Business School y la Copenhagen Business School. En 2016 se trasladó a la Universidad de Princeton donde es titular de la Cátedra Gerhard R. Andlinger de Energía y Medio Ambiente y catedrática de Psicología y Asuntos Públicos.
Weber ha presidido tres sociedades de otras tantas ramas de la psicología: la Sociedad de Juicio y Toma de Decisiones, la Sociedad de Neuroeconomía y la Sociedad de Psicología Matemática. Ha sido autora principal en el Grupo III (Mitigación del Cambio Climático) del Sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental del Cambio Climático. En la actualidad es, además, Visiting Fellow de la Fundación Einstein en el Centro Einstein para el Cambio Climático de la Universidad de las Artes de Berlín y en el Cluster of Excellence de Ciencia de la Inteligencia (Universidad Técnica de Berlín y Universidad Humboldt de Berlín), así como Visiting Scholar en Sostenibilidad Medioambiental en la Graduate School of Business de la Universidad de Stanford.
A mediados de los años ochenta, la profesora Weber comenzó sus primeros trabajos en teoría de toma de decisiones e incertidumbre aplicada al mundo financiero. Posteriormente obtuvo su primera posición académica en la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, donde el decano le encargó que uniera a todos los investigadores del campus que estuvieran trabajando sobre la toma de decisiones, independientemente de su campo de especialización. Fue entonces cuando Weber acuñó la expresión que posteriormente ha repetido en numerosas ocasiones y que refleja la importancia que para ella tiene la idea de traspasar las líneas que marcan las disciplinas científicas para poder abordar un objeto de una manera completa: “Combina y vencerás”.
En ese contexto organizó una serie de reuniones de trabajo de las que surgió un estudio de campo sobre la percepción que los agricultores de la región tenían sobre el cambio climático: “Tres economistas del comportamiento, expertos en agricultura, tenían un proyecto de la Fundación Nacional de Ciencias y necesitaban a un psicólogo para conducir las entrevistas”, explica. A través de esas encuestas, Weber descubrió que los agricultores que trataban de luchar contra los efectos que el cambio climático tenía sobre sus cosechas lo hacían o bien cambiando sus métodos de producción, o bien con medios financieros como seguros o pólizas de préstamo, o intentaban promover cambios en las legislaciones de sus localidades. “Resultó que la gente estaba haciendo una de esas tres cosas, pero no las tres juntas”, destaca, de lo que resultó uno de sus primeros conceptos fundamentales, “el sesgo de la acción única”, la idea de que la combinación de las posibles estrategias es más eficaz que cada una de ellas por separado.
En esa época también llegó a la conclusión de que “en cierto sentido, el cambio climático es una tormenta perfecta. Todas las cosas que nos dificultan el comportamiento en otras situaciones, como no comer bien o no ahorrar lo suficiente para nuestra jubilación, están ahí con el cambio climático, en el sentido de que la acción es costosa ahora mismo y los beneficios de las acciones llegarán más tarde. Pero al menos con una alimentación sana y la inversión, las consecuencias vuelven a ti, a tu yo futuro. Pero en el caso del cambio climático, la gente percibe que afectará a las generaciones futuras en lugares lejanos. Así que también hay un componente de acción colectiva. Y al mismo tiempo la atribución es mucho más difícil. Es una cuestión compleja y difícil de abordar desde un punto de vista científico”.
“Ninguna disciplina tiene todas las respuestas”, considera la catedrática de Psicología y Asuntos Públicos en Princeton. “Necesitamos respuestas desde la ingeniería, desde la economía, pero también necesitamos la acción individual y la acción colectiva. Y creo que el gran avance de los últimos 20 años ha sido la economía del comportamiento, al comprender que no todas las decisiones que se toman, incluso por parte de los responsables políticos, son racionales”. “Los actores políticos y económicos –continúa– son personas como todos nosotros, tienen sentimientos y normas de conducta. Y si no tenemos en cuenta todas las formas en que los humanos procesan la información y toman sus decisiones, en muchos sentidos estamos dejando de utilizar herramientas fundamentales”.
Los factores que más pueden movilizar a la toma de decisiones climática
En su artículo publicado en la revista Climatic Change en el año 2006 ‘Experience-Based and Description-Based Perceptions of Long-Term Risk: Why Global Warming Does Not Scare Us’ (‘Percepciones del riesgo a largo plazo basadas en la experiencia y en la descripción: Por qué el calentamiento global no nos asusta’) la profesora Weber resume en tres ideas fundamentales su investigación sobre la percepción y la acción frente al cambio climático.
La primera de ellas es que el cambio climático no suscita tanto miedo como otros fenómenos extremos más concretos, “como los huracanes o los incendios forestales”, tal y como ejemplifica Weber, y por tanto es menos probable que motive la acción sin una mayor intervención. “El cambio climático –desarrolla– es un fenómeno estadístico, y sabemos que a los humanos nos importan los relatos. Nos importan las historias. Nos importan las cosas que nos pasan personalmente”.
En segundo lugar, Weber introduce la esfera emocional: en su opinión, el relato pesimista de que se ha superado el punto de no retorno en la acción climática es contraproducente. Por el contrario, lo que según su investigación funciona para motivar a la gente a pasar a la acción son las emociones positivas. “En lugar de sentirte culpable porque eres parte del problema, te sientes orgulloso porque eres parte de la solución. Creo que el mensaje realmente importante que hay que transmitir es que es posible actuar. Es un problema difícil. Es un problema perverso. Pero sabemos lo que hay que hacer en términos de energías renovables, en términos de energía nuclear, en términos de captura de carbono… Y sabemos que no nos va a llevar a la quiebra. Va a ser muy bueno para algunos sectores de la economía. Y además, el comportamiento individual en el sector privado puede marcar diferencias. Así que creo que un mensaje muy importante que se debería trasladar a los medios de comunicación es decirle a la gente cuáles son las acciones más eficaces que pueden tomar en sus puestos de trabajo y como ciudadanos en su país”.
El tercero de los elementos que incorpora la investigación de Weber es el de la cercanía de la experiencia: para Weber, la forma más eficaz de concienciar a la gente es la experiencia personal. “Cuando ves que ocurre en tu patio trasero –destaca–, cuando ves que los huracanes se vuelven mucho más intensos y llegan cada dos semanas en lugar de dos por temporada… Creo que la experiencia personal es un maestro muy poderoso”.
La primera psicóloga en unirse al IPCC
Hasta el año 2010, ningún experto del área de la psicología se había incorporado al IPCC. Weber fue la primera, en un equipo de miles de científicos: “Había más filósofos morales que psicólogos. En parte, se debía a que los economistas pensaban que sabían cómo las personas toman decisiones: de manera racional, y así no hacían falta psicólogos”. A este respecto, Weber se considera “como una misionera de la teoría de la decisión conductual”. A su primera aportación en el panel le han seguido muchas otras: “Y ahora –destaca– tenemos por primera vez un capítulo independiente sobre soluciones del lado de la demanda y procesos sociales. Así que, en un ciclo de siete años, se han logrado enormes avances”.