Helmut Lachenmann (Stuttgart, Alemania; 1935), que se inició en la música cantando en el coro de la iglesia local, redactó sus primeras composiciones siendo un adolescente. Estudió piano y composición en la Stuttgarter Musikhochschule, donde regresó como profesor de composición entre 1981 y 1999. De 1958 a 1960, fue alumno de Luigi Nono en Venecia y, en 1965, se incorporó al estudio de música electrónica de la Universidad de Gante (Bélgica), para más tarde centrarse en la música puramente instrumental.
Ha sido profesor en los cursos de veranos de Darmstadt y en 2008 fue nombrado profesor visitante del Departamento de Música de la Universidad de Harvard (Estados Unidos). Durante ese tiempo fue también compositor residente en el Oberlin College, en Ohio.
El nombre de Helmut Friedrich Lachenmann se asocia a la idea de la música concreta instrumental, dando un paso adelante respecto a la que Pierre Scheffer denominó en 1948 música concreta.
En 2008 recibía el León de Oro de la Bienale de Venecia por el conjunto de su obra. Una producción en la que tienen cabida desde óperas como ‘Das Mädchen mit den Schwefelhölzern’ a trabajos orquestales para distintos formatos. También ha recibido la Orden de la República Federal de Alemania (2011) y la Orden de las Artes y las Letras del gobierno de Francia (2012). Articulista, ensayista y conferenciante, es autor de ‘La música como experiencia existencial’.
Discurso
Música Contemporánea, III edición
Si 1935 fue decisivo para la Historia, en particular la de Europa, lo fue muy especialmente para Alemania. Y fue ese año, en Stuttgart, cuando nació Helmut Lachenmann. Su abuelo había sido pastor protestante. Después lo fue su padre, que a la formación religiosa sumaba la de excelente organista y compositor. Él inoculó en el pequeño Helmut su amor por la música, igual que su madre, aficionada pianista de talento. Lachenmann tenía siete hermanos. El mayor murió a los dieciocho años como soldado en Holanda días antes de terminar la guerra. La memoria de Lachenmann acumula imágenes de aquellos momentos, como el dolor de sus padres o los ataques aéreos ingleses y americanos contra su ciudad natal. “Recuerdo la propaganda nazi en contra de los judíos. Mi padre estaba radicalmente en contra del nazismo, pero no podía decírselo a sus hijos, porque era demasiado peligroso.”
Las siguientes instantáneas del metafórico álbum lo muestran tras la contienda, recibiendo lecciones de piano y cantando aires renacentistas y barrocos en un coro infantil. “Desde muy pronto deseé convertirme en músico, pianista, compositor…” Con esa idea, tras abandonar el instituto en 1955, ingresó en la Musikhochschule de Stuttgart, donde tuvo entre sus profesores a El escultor de sonidos, antiguo maestro del contrapunto. Allí brotó su inquietud por las nuevas creaciones, que desembocaría, como destacó el jurado en la concesión del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento 2010 en Música Contemporánea, en los grandes trabajos que “a partir de un conocimiento profundo del pasado musical, han ensanchado el mundo de los sonidos durante los últimos cincuenta años como no lo han hecho los de ningún otro compositor contemporáneo”.
En 1957 lo encontramos en los cursos estivales de Darmstadt. “Allí conocí a Stockhausen, Nono, Berio, Maderna, Pousseur, Adorno, además de algunas grandes personalidades de Viena: Gertrud Schoenberg, Helena Berg, Rudolf Kolisch, Eduard Steuermann o Hermann Scherchen. Un año más tarde, en 1958, a Ligeti, Cage, Krenek… Además, asistí a las Jornadas Musicales de Donaueschinger, no lejos de mi casa.” Aquel verano de 1957 estaba ya quien marcaría su carrera: Luigi Nono. “Me invitó a estudiar Composición con él en Venecia, y acepté.”
Entre 1958 y 1960 se convirtió en un amigo más, y en el primer alumno del creador de obras tan trascendentales como ‘Il canto sospeso’. Lo evocaba Lachenmann al conocer la concesión del premio: “Mi maestro Luigi Nono sigue siendo uno de los compositores más vivos de nuestro tiempo a pesar de llevar veinte años muerto. Él me enseñó que el concepto de música se define ex novo en cada obra, pensando qué queremos experimentar en cada proyecto, saliendo del viejo concepto de música marcada por la tonalidad para adentrarnos en la aventura del arte”. Todo esto, admitiendo las diferencias ideológicas y estéticas entre ambos. Nono era un comunista convencido, con muchos y prominentes contactos.”A mí se me consideraba un artista de izquierdas, radical a mi manera, expandiendo la idea de la música hacia lo que denominé ‘música concreta instrumental’, utilizando de manera radical y provocativa la tímbrica del modo en que entonces se entendía.”
'A mí se me consideraba un artista de izquierdas, radical a mi manera, expandiendo la idea de la música hacia lo que denominé música concreta instrumental, utilizando de manera radical y provocativa la tímbrica del modo en que entonces se entendía.'
TUITEAR
Tras su etapa veneciana se instaló en Múnich, donde en 1963 contrajo matrimonio con la artista gráfica Annette Buettner, con quien tuvo tres hijos. Con su segunda esposa, la pianista japonesa Yukiko Sugawara, llegaron dos hijas más. Pensando en Yukiko escribió una larga pieza para piano, ‘Serynade’, y un concierto de duración mayor, que se escucharon hace unos meses en Madrid dentro del ciclo que Xavier Güell bautizó Universo Lachenmann.
A partir de 1969, la carrera del compositor estuvo salpicada de lo que él denomina ‘impactos de escándalo’, teniendo algunas orquestas que interrumpir los conciertos. Ocurrió en Frankfurt en 1969, en Múnich en 1971, en Varsovia en 1976, en el festival de Donaueschingen en 1980… Posteriormente, en distintas salas del Berlín Oriental y Francia. “Mi música es a partes iguales reconocida y malentendida; amada y odiada como una especie de arte político: como la protesta metaestructural de un compositor de izquierdas, aunque nunca he creído en música política. Pero el intento de abrir los oídos y el horizonte estético de una sociedad debe tener aspecto político. Sea como sea, tanto a mí como a mi música se nos ha ido respetando cada día más, y ahora se programa en los cinco continentes.”
Entre 1989 y 1996 Lachenmann escribió la ópera ‘La pequeña cerillera’, a partir del cuento de Andersen, introduciendo en la historia una carta de la terrorista Gudrun Ensslin, de la República Federal de Alemania, y un texto de Leonardo da Vinci que habla de miedo y deseo ante la misteriosa y oscura caverna. Inesperadamente, la ópera obtuvo un éxito legendario en Hamburgo, Stuttgart, París, Tokio y Viena, donde se representó, además de haberse programado en versión de concierto en Salzburgo, Berlín, Frankfurt, incluso en Madrid. Y como ópera volverá a verse de nuevo en Berlín y Frankfurt en los próximos años.
Complementando su labor creativa, Lachenmann ha enseñado Composición en Hannover, Basilea y Stuttgart, además de impartir cursos, seminarios y otras actividades didácticas en numerosos países de Europa, el lejano Oriente, Latinoamérica y Estados Unidos. De sus escritos destaca ‘Música como experiencia existencial’, libro que recopila algunos de sus textos, al que seguirá el próximo año un segundo volumen. A esto hay que unir numerosas publicaciones en diversos idiomas en torno a su figura.
En la actualidad acude al Instituto de Estudios Avanzados de Berlín, foro intelectual de juristas, sociólogos, matemáticos, biólogos… “En aquel ambiente soy rara avis. Pero están encantados con lo que hago, porque consideran que les falta algo. Tal vez la fantasía. Conversando con ellos, también yo disfruto, porque me ayudan a repensar mi actividad.” Con setenta y cinco años, Lachenmann puede entregarse a sus aficiones favoritas. Entre ellas, pasear, disfrutar de la soledad, tocar el piano o leer a los grandes filósofos, incluyendo los de la escuela de Kioto. También, estudiando la tradición de las religiones europeas en tanto que “logocéntrico paraíso y logocéntrica prisión”. O indagando en religiones y culturas fuera del Viejo Continente. Mientras, animado por el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento 2010 en Música Contemporánea, afirma estar dispuesto a superar con creatividad la crisis creativa que se supone a su edad, “escribiendo música con el nivel que se espera de mí”.