BIOGRAFÍA
Icek Ajzen (Chelm, Polonia) obtuvo su doctorado en Psicología Social por la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign (Estados Unidos) en 1969. Dos años después fue nombrado catedrático de Psicología Social de la Universidad de Massachusetts, Amherst (Estados Unidos), donde ha desarrollado prácticamente toda su trayectoria investigadora –además de en la Universidad de Tel Aviv, donde también ha sido profesor visitante– y en la actualidad es catedrático emérito, tras haber dirigido su División de Personalidad y Psicología Social durante tres etapas (1980-85; 1997-99; y 2001-12). Considerado el investigador con las publicaciones de mayor impacto en el campo de la psicología social (más de 530.000 citas), sus libros más influyentes son Attitudes, personality, and behavior (2005); Prediction and change of health behavior: Applying the reasoned action approach (2007), con Dolores Albarracín y Robert Hornik; y Predicting and changing behavior: The reasoned action approach, junto con Martin Fishbein (2009).
CONTRIBUCIÓN
Actitudes que explican un comportamiento y proporcionan claves para modificarlo
La Teoría de las Actitudes tiene influencia sobre una gran cantidad de áreas de las Ciencias Sociales, tal y como destaca el acta, precisamente por esa relación entre actitud y comportamiento. Icek Ajzen, catedrático emérito de Psicología y Ciencias del Cerebro de la Universidad de Massachusetts Amherst, desarrolló, junto al fallecido Martin Fishbein, la relación entre ambos conceptos en uno de los modelos de mayor impacto en el campo de la psicología social para explicar y predecir el comportamiento humano: la Teoría del Comportamiento Planificado (o TPB, por las siglas de su denominación en inglés, Theory of Planned Behaviour). En palabras del jurado, esta teoría “explica cómo influyen en el comportamiento las actitudes, la presión social percibida y la dificultad de realizar el comportamiento”.
Ajzen propuso este modelo por primera vez en 1985 en un capítulo del libro Action-control: From cognition to behavior y posteriormente lo desarrolló en un artículo seminal de 1991 publicado en la revista Organizational Behavior and Human Decision Processes. El TPB postula que el comportamiento de una persona se basa en su intención, fundamentada a su vez en tres factores fundamentales: la actitud hacia el comportamiento en cuestión (su evaluación positiva o negativa sobre la realización de esta acción); las normas subjetivas (la presión social percibida para comportarse de esa manera, basada en las creencias sobre las expectativas de familiares, amigos y la sociedad en general); y el control percibido del comportamiento o la autoeficacia (es decir, la percepción del individuo sobre la facilidad o dificultad de realizar esta acción, en función de los recursos, habilidades y oportunidades de los que dispone).
“En mi modelo”, explica Ajzen, “las actitudes constituyen uno de los componentes fundamentales que determinan el comportamiento, junto con la influencia social y los medios con los que cuenta el individuo para llevarlo a cabo. El peso de cada factor depende del tipo de comportamiento y el contexto en el que se realiza”. Por ejemplo, se ha comprobado que, en países avanzados como Estados Unidos, la probabilidad de que una persona se vacune frente a una pandemia como el Covid-19 “dependerá fundamentalmente de su actitud personal hacia el comportamiento, basada en sus creencias sobre si merece la pena someterse a esta intervención, mientras que en países africanos lo que pesa es la percepción sobre la dificultad de realizarlo, en este caso de lograr acceso a la vacunación”.
Ajzen destaca que, a lo largo de las últimas cuatro décadas, su modelo se ha aplicado en más de 2.000 investigaciones y su mayor satisfacción es que “se ha comprobado su utilidad para identificar los factores clave del comportamiento, y por tanto para desarrollar estrategias que puedan modificarlo, en una amplia variedad de campos con múltiples aplicaciones”: desde la salud pública –tanto el fomento de la vacunación, como la realización de ejercicio físico y el uso de preservativos para la prevención del sida– hasta el medio ambiente –por ejemplo, cómo incentivar el uso del transporte público en vez del vehículo privado, facilitando la accesibilidad de los ciudadanos a líneas de metro y autobuses–. “Me siento orgulloso de que la teoría ha demostrado su capacidad para aportar información valiosa que explica el comportamiento humano, y por tanto proporciona claves para intentar modificarlo.”