Isaac Meyer Held (Ulm, Alemania; 1948) se licenció en Física en la Universidad del Estado de Nueva York en Stony Brook. En 1976, se doctoró en Ciencias de la Atmósfera y el Océano en la Universidad de Princeton. Tras una estancia en la Universidad de Harvard como Research Fellow (1976-78), en 1978 se incorporó al Laboratorio de Dinámica de Fluidos Geofísicos del NOAA, al que pertenece en la actualidad, al tiempo que enseña en la Universidad de Princeton.
Es miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, de la Unión Geofísica Americana y de la Sociedad Meteorológica Americana, institución que le ha concedido el Premio Meisinger (1987) y la Medalla Rossby (2008). También ha obtenido el Premio Rosenstiel de la Universidad de Miami (1994) y el NOAA Presidential Rank Award (2005).
A lo largo de sus más de tres décadas de investigación, ha publicado 130 trabajos sobre dinámica de la atmósfera y cambio climático, ampliamente reconocidos y citados. Ha contribuido de forma sustancial al IV Informe del IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático) y ha formado parte del Grupo de Expertos de la Organización Meteorológica Mundial sobre Huracanes y Clima.
Discurso
Cambio Cimático, IV edición
La superficie de la Tierra se ha calentado casi un grado en menos de un siglo debido al incremento de emisiones de gases de efecto invernadero por la quema de combustibles fósiles. ¿Qué consecuencias tendrá para el planeta? ¿Cómo cambiará el mapa de zonas climáticas y cómo afectará esto a sus habitantes? La investigación del físico estadounidense de origen alemán Isaac Meyer Held, del Laboratorio de Dinámica de Fluidos Geofísicos de la Administración Nacional del Océano y de la Atmósfera (NOAA) de Estados Unidos, es clave para encontrar respuestas.
Held ha recibido el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cambio Climático por desvelar gran parte de los procesos que determinan la existencia de zonas climáticas y predecir los cambios que experimentarán. Isaac Meyer Held (Ulm, Alemania, 1948) ha abierto nuevos caminos en la investigación del clima al centrar su trabajo en el estudio del papel esencial del agua, tanto en lo referente a su movimiento en la atmósfera como a la influencia del vapor de agua en el efecto invernadero.
El jurado reconoce especialmente “sus contribuciones, pioneras y fundamentales, en nuestra comprensión de la estructura de los sistemas de circulación atmosférica y del papel del vapor de agua –el gas de efecto invernadero más importante– en el cambio climático”, señala el acta. “Como explica el propio Held, “la cantidad de agua en la atmósfera es lo que hace que unas zonas sean más húmedas que otras. En mis trabajos he buscado analizar cómo se mueve el agua en la atmósfera y cómo el cambio climático altera estos patrones”. He tratado de mejorar nuestras proyecciones sobre cómo se verá modificado con el cambio climático el patrón de las lluvias, los ciclones tropicales y otros fenómenos atmosféricos complejos”.
Con el incremento de las temperaturas aumenta también la cantidad de vapor de agua en la atmósfera y este gas, a su vez, multiplica el calentamiento. Se produce un efecto de retroalimentación que es necesario entender para predecir el clima futuro. Una de las predicciones de Held, que ya se observa en los datos disponibles, es que «las zonas húmedas serán más húmedas y las secas, más secas», resume.
Esta tendencia afectará especialmente a la zona mediterránea, una de las áreas más estudiadas por el galardonado: “Esperamos una reducción gradual de las lluvias en el área mediterránea a medida que aumenten las temperaturas. Las precipitaciones podrían disminuir un 5 por ciento, o tal vez incluso un 10 por ciento, por cada grado de calentamiento. Nuestro grado de certeza respecto a esta proyección aumenta a medida que comprendemos mejor los mecanismos físicos subyacentes gracias a los modelos climáticos”.
Pese a que Held advierte de “la importancia de este asunto para la vida de muchas personas en el futuro”, y aprecia por tanto su dimensión política, reconoce que, personalmente, no se siente del todo cómodo con la gran visibilidad pública de su trabajo: “Investigar en cambio climático es un poco como estar en una pecera”. Convencido de que “es importante que algunos de nosotros sigamos concentrados en los fundamentos de esta ciencia”, su perfil se acerca más al de un investigador básico que al de un activista.
Isaac Meyer Held nació en el campo de refugiados alemán de Ulm. Con cuatro años emigró a Estados Unidos con su hermano, su madre –superviviente del campo de Auschwitz– y su padre, que moriría en 1956. A Isaac siempre le gustaron la física y las matemáticas. Como estudiante su primera elección fue la física teórica, pero era la época de las protestas contra la guerra de Vietnam, un periodo que él mismo describe como “complicado para concentrarse en los estudios”.
La lectura del informe de 1972 ‘Man’s Impact on the Climate’, uno de los primeros análisis científicos de los efectos del aumento de gases de efecto invernadero en la atmósfera, le influyó profundamente hasta el punto de cambiar la orientación de su carrera. Held vió ya entonces el problema del cambio climático como “un reto realmente importante para la sociedad”.
Uno de sus primeros logros, en los años ochenta, fue la explicación del funcionamiento de las llamadas células de Hadley, el fenómeno atmosférico que rige el clima en los cinturones tropicales y subtropicales del planeta. Held ha seguido posteriormente investigando cómo las alteraciones en la circulación del aire en estas regiones debidas al cambio climático inciden en la formación de tormentas y huracanes. Held se ha convertido además en una referencia a la hora de analizar el grado de certeza en las predicciones sobre el clima futuro, gracias a sus métodos para poner a prueba los modelos. Sus logros “han tenido una importancia fundamental en la evaluación de la solidez y las limitaciones de los complejos modelos que se emplean en la predicción del cambio climático”, señala el acta.
La valoración de Held en este aspecto es positiva:”La potencia de los ordenadores ha aumentado de forma dramática; eso nos permite simular el clima haciendo menos suposiciones e ir mejorando poco a poco la calidad de los modelos”. Pero hay mucho margen de mejora. Uno de los principales retos es, por ejemplo, “simular las nubes y cómo podrían cambiar con el aumento de las concentraciones de dióxido de carbono”.
A lo largo de sus más de tres décadas de investigación ha publicado ciento treinta trabajos sobre dinámica de la atmósfera y cambio climático, ampliamente reconocidos y citados. Ha contribuido de forma sustancial al IV Informe del IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático), y ha formado parte del Grupo de Expertos de la Organización Meteorológica Mundial sobre Huracanes y Clima.