Jean Tirole (Troyes, Francia; 1953) se formó como ingeniero de Caminos y obtuvo los títulos de doctor en Matemáticas por la Universidad París-Dauphine (1978) y de doctor en Economía por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT (1981). Actualmente es presidente de la Fundación Jean-Jacques Laffont-Escuela de Economía de Toulouse, y director científico del Instituto de Economía Industrial en esa ciudad francesa. También está afiliado al MIT, la École de Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) y el Instituto de Francia. Es miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas de ese país, y fue uno de los fundadores del Instituto de Estudios Avanzados de Toulouse en 2011.
Considerado uno de los economistas más influyentes de nuestro tiempo, con posterioridad a haber recibido el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento (2008) recibió el Premio Nobel de Economía (2014). Entre las numerosas distinciones que ha recibido, se encuentran la Medalla de Oro del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (2007), la Orden Nacional del Mérito (2010). Es caballero de la Legión de Honor en grado de caballero (2007) y oficial (2015).
Ha publicado más de 200 artículos y 14 libros, el último de los cuales, ‘La economía del bien común’ (2016), se está traduciendo a varios idiomas.
Discurso
Economia, Finanzas y Gestión de Empresas, I Edición
¿Cuál es el común denominador de fenómenos como la crisis financiera y el calentamiento global? La respuesta más obvia es que los dos son acuciantes problemas de la actualidad. Pero otra respuesta posible, mucho menos evidente, es que ambos forman parte de la inspiración, en tanto que desafíos económicos, del trabajo del profesor Jean Tirole, ganador del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Economía, Finanzas y Gestión de Empresas, y uno de los economistas más reconocidos internacionalmente, entre otros aspectos, por aplicar la Teoría de Juegos y la Teoría de la Información al análisis económico.
En efecto, “inspiración” es como denomina Jean Tirole al impulso que le mueve a analizar los desafíos económicos de este tiempo, desde los más generales (como las mencionadas crisis financieras y el calentamiento global) a los más concretos: las políticas y regulaciones de la competencia o las reformas del mercado laboral. Ha firmado más de ciento cincuenta artículos y varios libros de referencia internacional. Y, a pesar de estos méritos, atribuye su relevancia a “una cuestión de suerte, por haber llegado en buen momento”, pues comenzó a trabajar “casi al tiempo en que surgían dos interesantes teorías matemáticas: la Teoría de Juegos y la Teoría de la Información”.
Pero más que de suerte se trató de la originalidad de su planteamiento: arrancó las etiquetas que marcaban ambas teorías como eminentemente matemáticas para aplicarlas al análisis económico. La Teoría de Juegos predice las estrategias que elegirán los diversos actores con intereses divergentes en una situación dada y es una de las teorías dominantes en el análisis económico actual. Su objetivo: responder a la cuestión ¿cuál es la mejor opción para un actor que desconoce qué costes y beneficios obtendrá de una situación, ya que ambos dependen de las elecciones de otros actores que tampoco los conocen? Esta teoría cuenta con aplicaciones en áreas tan diversas como la Ciencia Política, la Filosofía, la Ética, la Biología, la Cibernética o la Inteligencia Artificial.
La Teoría de la Información da cuenta del modo en que estos actores utilizan la información privilegiada con un sentido estratégico.
TUITEAR
La Teoría de la Información, en el contexto en que la usa Tirole, da cuenta del modo en que estos actores utilizan la información privilegiada con un sentido estratégico. El economista francés la ha aplicado con éxito al estudio de las organizaciones públicas y privadas de todos los tamaños y a la manera en que estas organizaciones se relacionan con los mercados.
A Jean Tirole le gusta referirse a ambas teorías como “instrumentos económicos”, que puede aplicar, de manera más particular, en el análisis de fenómenos como los comportamientos conflictivos dentro de las organizaciones o el diseño de contratos. Ha estudiado también algunas de las causas que han derivado en el actual contexto económico, como los problemas de regulación de las instituciones financieras y la escasez de liquidez de los mercados.
Aquella primera aplicación a la Economía de unas teorías surgidas en otras disciplinas parece marcar su carrera investigadora. Y es que, preguntado por las características principales de su trabajo, pronto aparece la expresión “tender puentes”: entre la Economía y otras disciplinas de las Ciencias Sociales, en particular la Psicología, la Sociología y las Ciencias Políticas. Y lo hace “con el firme convencimiento” de que todas las Ciencias Sociales, al fin y al cabo, estudian “los mismos asuntos, sean aisladamente o dentro de su contexto social, y por eso tienen mucho que aprender las unas de las otras”.
De hecho, ya desde el inicio de su formación (se graduó como ingeniero de Caminos, obtuvo un doctorado en Matemáticas en la Universidad París-Dauphine y otro, de Economía, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts) tuvo presente la importancia de romper las barreras disciplinares para abordar los retos intelectuales de su tiempo, aunque su actividad académica nunca haya perdido el referente final de la Economía. En ella asegura haber encontrado “una disciplina que ofrece simultáneamente retos intelectuales sustanciales, susceptibles de un análisis riguroso, y la habilitad de tener un impacto directo en la política”.
Ciertamente, Tirole cree con firmeza en las aplicaciones en la política de los resultados de la investigación y lo expresa en estos términos: “Soy un defensor incondicional de esa visión que dice que el diseño de la política debería finalmente basarse en investigación rigurosa y fundamental”. A cambio, la actividad investigadora debería hacerse eco de los asuntos concretos que interesan a la sociedad, para ofrecerle, al cabo, aportes y soluciones innovadoras.
Apasionado de la labor académica, Jean Tirole le encuentra una ventaja destacada sobre las demás: la libertad e independencia que le permiten, a su juicio, el entorno idóneo para la investigación. “Poder perseguir las ideas y ver adónde se dirigen, sin interferencias externas o prejuicios personales, es el sello del estilo de investigación académico”, asegura. Aunque, eso sí, con un enfoque que descarta de raíz el ensimismamiento. A diferencia de lo que pudiera parecer, en investigación económica el trabajo cooperativo “es más la norma que la excepción”, afirma tajante. “Beneficiarse de talentos diversos, mantener la motivación en los inevitables momentos de duda, y el mero placer de interactuar con amigos, todo ello se dirige a hacer de la investigación una actividad compartida.”
A estos valores añade, una vez más, el del protagonismo que la investigación debe ejercer en la sociedad: “La actividad científica es clave para nuestras sociedades modernas. La creación de trabajo y empresas cada vez más es resultado de la aplicación del conocimiento académico a los retos tecnológicos”. Con el pensamiento puesto en la actual crisis, asegura que “invertir en una educación e investigación superiores será la clave para el crecimiento de nuestras economías”.
Jean Tirole dirige en la actualidad la Fundación Jean-Jacques Laffont –economista fallecido con el que colaboró en el pasado y especialista como él en la aplicación económica de la Teoría de la Información–, una fundación perteneciente a la Escuela de Economía de Toulouse. Además, ejerce como director científico del Instituto de Economía Industrial de esa ciudad francesa.
Desde ambos observatorios tiene claro cuáles serán dos de los retos abiertos en Economía que más atraerán su interés en los próximos años: las implicaciones de varios aspectos de los modelos microeconómicos en las crisis financieras, las políticas de rescate y las políticas monetarias, y la interacción fecunda entre la Economía y la Psicología. Dos claves del futuro trabajo de Jean Tirole en las que el interés académico se identifica nuevamente con el interés público.