Joan Massagué i Solé (Barcelona, España; 1953), licenciado en Farmacia y doctorado en Bioquímica por la Universitat de Barcelona en 1978. En 1982, se convirtió en profesor auxiliar de bioquímica en la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts (Estados Unidos). En 1989, ocupó la Cátedra Alfred P. Sloan de Biología del Cáncer en el Memorial Sloan Kettering, y fue nombrado investigador del Howard Hughes Medical Institute.
Entre 1989 y 2003 fue director del Programa de Biología Celular del Instituto Sloan Kettering, y desde 2003 es presidente fundador del Programa de Biología y Genética del Cáncer. En 2014, fue nombrado director del Instituto Sloan Kettering. Es también co-fundador del IRB Barcelona y presidente de su Comité Científico Asesor.
Massagué es miembro de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias, la Academia Nacional de Ciencias y el Instituto de Medicina, también en Estados Unidos, las Reales Academias de Medicina y de Farmacia de España, la Organización Europea de Biología Molecular y la Academia Iberoamericana de Farmacia. Entre los galardones que ha recibido, se encuentran el Premio Vilcek (2006), el Premio Passano (2007), el Premio Nacional de Investigación Rey Don Juan Carlos I, el Premio Nacional de Investigación “Santiago Ramón y Cajal”, en el área de Biología (2014) y el Premio Internacional de Catalunya (2016).
Discurso
Biomedicina, I edición
¿Qué lleva a una célula de un tumor localizado en un órgano concreto a emprender un largo viaje fuera de él, creando nuevos vasos a su alrededor, desplazándose por la sangre o el líquido linfático y resistiendo todos los envites de las defensas del cuerpo, para conseguir infiltrarse en un nuevo órgano distante, anidar en él y expandirse? La investigación de este proceso es imprescindible en la lucha contra el cáncer; la metástasis es responsable del noventa por ciento de la mortalidad que causa la enfermedad.
La Biomedicina del siglo XXI encuentra en esta pregunta una de sus principales cuestiones de frontera. Y, aunque resulte paradójico, para responderla primero hay que formularse nuevas cuestiones: ¿qué tienen de especial las células que finalmente consiguen colonizar un nuevo órgano frente a las miles de millones que probablemente durante meses y años van escapando del tumor original y que, a diferencia de ella, desaparecen aniquiladas en alguna etapa del largo viaje? ¿Cómo adquieren ese poder para vencer la dura oposición de la naturaleza? ¿Lo consiguen con el tiempo y el avance de la enfermedad o en realidad lo poseen ya desde sus primeros estadios? ¿Por qué las células de un tumor concreto logran instalarse solo en determinados órganos?
Estas son las mismas preguntas (bajo una formulación mucho más específica) que lleva años haciéndose Joan Massagué. Pionero de la investigación de los procesos genéticos y bioquímicos que intervienen en la metástasis, es el científico español en activo más citado del mundo. Es también uno de los investigadores que mejor comprenden el proceso de la metástasis, al que se refiere como “una selva oscura” en la que –asegura– aún nos encontramos “en el principio de explorar y abrir brecha”, pues ha empezado a comprenderse realmente hace “unos seis o siete años”.
Entre sus principales logros está la identificación y caracterización de la proteína llamada TGF (Factor de Crecimiento Transformante) beta. La proteína forma parte de una gran familia de factores que controlan la división celular. Gracias a la comprensión de su mecanismo, es posible entender mejor el proceso de división celular y el crecimiento de los animales y los seres humanos. Resulta clave en el desarrollo normal de los organismos. Pero, cuando falla, puede desencadenar malformaciones y cáncer.
“Que en un campo tan amplio como la Biomedicina el jurado haya valorado mi trabajo es alentador para mi grupo y para otros que se dedican a la Oncología”
TUITEAR
“Que en un campo tan amplio como la Biomedicina el jurado haya valorado mi trabajo es alentador para mi grupo y para otros que se dedican a la Oncología”, afirmó satisfecho Joan Massagué. ¿Cómo resume su propósito como científico?: “Intentamos mover las fronteras de la Oncología desde el estudio de aspectos muy básicos, quizá oscuros para la sociedad en general, como la biología de las células y su comportamiento, hasta llegar a otros concretos como la metástasis, que permiten que lo que ayer parecía imposible hoy se vislumbre como real y acabe aportando soluciones en unos años”. Y si la palabra cáncer está asociada a la palabra batalla, la labor del laboratorio de Massagué lo está a la expresión puntas de lanza. Porque así es como le gusta referirse a los dos principales procesos sobre los que investiga: las metástasis que produce el cáncer de pulmón y la que genera el cáncer de mama en el cerebro, un órgano especialmente protegido y aislado en parte de las toxinas que puedan circular por el resto del cuerpo. Precisamente, Massagué es coautor de un reciente estudio en el que se explica cómo un gen, denominado ST6GALNAC5, produce una enzima que consigue recubrir las células colonizadoras y hacerlas indetectables para las defensas del cerebro.
Pero esta es solo la versión muy resumida de un relato extenso al que la genética y la bioquímica aportan protagonistas de nombres largos y extraños. Es el idioma en el que se comunican las células y, desafortunadamente, en su opinión “lo que sabemos al respecto es solo el esqueleto del conocimiento que necesitamos tener”.
A completar ese conocimiento dice dedicar “toda la energía”. Se muestra convencido de que el abordaje de la metástasis hace precisa una “investigación interactiva entre científicos de laboratorio y científicos clínicos”. Una colaboración en la que a unos les toca poner sobre la mesa la información, a otros saber qué genes son los que avisan a las células tumorales para que esto ocurra y a otros desarrollar fármacos para inhibir la actividad de unos genes que consiguen esclavizar las células tumorales con tal mal propósito. “La investigación en cáncer es un proceso de cinta continua”, describe gráficamente.
El problema es que ese proceso puede durar diez o quince años, el tránsito que va desde el descubrimiento y la publicación del paper en una revista científica hasta la inclusión de un nuevo fármaco en los arsenales de los oncólogos.
Pero también a este respecto el trabajo de Joan Massagué arroja esperanza. Si bien es cierto que los plazos de las nuevas terapias a menudo superan el de la esperanza de vida de muchos enfermos, no lo es menos que muchas de las identificaciones del papel de los genes en la metástasis, como las que realiza su equipo, conllevan una grata sorpresa: algunos de esos genes ya habían aparecido mencionados en estudios previos sobre tumores primarios. Por eso, descubrimientos como los de Massagué, en los que a esos genes se les asigna un papel también en la metástasis, permiten usar medicamentos que ya han superado todas las fases de autorización para atacar el cáncer en su manifestación más mortífera sin esperar tanto.
Licenciado en Farmacia y doctorado en Bioquímica por la Universitat de Barcelona, Joan Massagué trabaja en EE. UU. desde 1978. Cuando se le pregunta si regresará a España a seguir aquí sus investigaciones, responde sencillamente “yo ya estoy en España. Trabajo a caballo entre Nueva York y Barcelona”. En Nueva York dirige el programa de Biología y Genética del Instituto Sloan-Kettering. Allí ha desarrollado la mayor parte de su carrera científica, de la que dan muestra sus más de 340 publicaciones en revistas (30 de ellas en Cell y 20 en Nature), y las más de 62.000 citaciones de sus trabajos por otros científicos. Además, es investigador del prestigioso Howard Hughes Medical Institute.
En Barcelona, es director adjunto del Institut de Recerca Biomèdica (IRB), una institución de investigación independiente y sin ánimo de lucro dedicada a la ciencia biomédica básica y aplicada. “La metástasis no es solamente un problema de exceso de crecimiento de las células, sino, sobre todo, un problema de crecimiento en un lugar donde esas células no deberían estar”, afirma Joan Massagué. Si de lugares se trata, el de este investigador está en plena frontera del conocimiento.