Pedro L. Alonso (Madrid, España; 1959) se licenció en Medicina en 1984 por la Universidad Autónoma de Madrid, realizó el Máster de Ciencia de la London School of Hygiene and Tropical Medicine y se doctoró en 1999 en la Universidad de Barcelona. Entre 1992 y 2000 dirigió la Unidad de Epidemiología y Bioestadística del Hospital Clínic de Barcelona.
En 1996 fundó el Centro de Investigación en Salud de Manhiça, CISM (Mozambique) del que fue director científico hasta 2008. Ha sido director del Centro de Salud Internacional del Hospital Clínic de Barcelona (2001-2014), del Centro de Investigación en Salud Internacional de Barcelona (CRESIB) (2006-2014), y del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) (2010-2014), que así mismo fundó.
Actualmente es catedrático de Salud Internacional en la Universidad de Barcelona y director del Programa Mundial sobre Paludismo de la OMS en Ginebra (Suiza).
Discurso
Cooperación al Desarrollo IX edición
Microentrevista
“Las vacunas son uno de los grandes logros de la humanidad”
Bien entrado ya el siglo XXI, una de las principales amenazas para el desarrollo humano sigue siendo los parásitos, que según la OMS roban anualmente a la humanidad más de 55 millones de años de vida saludable. En 2015 solo el parásito ‘Plasmodium’ infectó a 212 millones de personas, de las que 429.000 murieron. Y sin embargo, la enfermedad causada por el ‘Plasmodium’, la malaria, es hoy totalmente prevenible y curable. ¿Cómo se explica esta paradoja? La pista la da el sobrenombre con que se conoce a las infecciones parasitarias: enfermedades ‘de los pobres’. Es la pobreza lo que multiplica el potencial devastador de estas dolencias, y son ellas las que a su vez, en una simbiosis perversa, lastran la economía de los países donde son endémicas. “La malaria sigue siendo una de las principales causas y consecuencias de la pobreza y la desigualdad: frena el desarrollo económico, impide que los niños vayan a la escuela, agota los sistemas nacionales de salud”, según se recoge en la Estrategia Técnica Global contra la Malaria 2016-2030.
Pero también hay buenas noticias. La prevalencia de las enfermedades infecciosas y parasitarias se ha reducido en los últimos años, y los avances en el conocimiento en esta área permiten suponer que la tendencia se mantendrá en el medio y largo plazo. El trabajo de los investigadores Pedro L. Alonso y Peter J. Myler, ganadores del Premio Fronteras del Conocimiento en Cooperación al Desarrollo, tiene mucho que ver en ello. Las contribuciones de Alonso han sido determinantes para lograr una reducción de hasta el 60 por ciento en la mortalidad por malaria en los últimos 15 años; la investigación de Myler se considera indispensable para el desarrollo de cualquier futuro fármaco o vacuna contra estas enfermedades.
Reducción de un 60% la mortalidad por malaria
Pedro Alonso es catedrático de Salud Internacional en la Universidad de Barcelona, y desde 2014 dirige el Programa Mundial de la Malaria de la OMS en Ginebra (Suiza). Su primer gran logro, publicado en 1991 en ‘The Lancet’, fue demostrar que las mosquiteras impregnadas con insecticida protegen contra la malaria, algo sobre lo que no había evidencias claras y que incluso se había vuelto controvertido. El equipo de Alonso zanjó la polémica mediante un ensayo en Gambia cuyos resultados positivos fueron posteriormente corroborados por otros grupos de investigación. Durante la pasada década se distribuyeron más de mil millones de estas mosquiteras, hoy convertidas “en la herramienta central en la lucha contra la malaria”, explica el propio Alonso: “Tecnología de bajo coste pero enorme impacto”. Se atribuye a las mosquiteras el reciente descenso de la mortalidad por malaria, que supone casi seis millones de vidas salvadas, sobre todo de niños pequeños africanos.
Alonso dirigió también los primeros estudios que demostraban que la vacunación sí puede ser una estrategia efectiva contra la malaria, algo que no resultaba obvio dada la extrema complejidad del parásito. Más recientemente, ha liderado el ensayo de la vacuna considerada hoy más avanzada (RTS,S), que la OMS aplicará en proyectos piloto en África subsahariana en 2018.
Toda muerte por malaria, una enfermedad que se puede prevenir y tratar, es simplemente inaceptable
TUITEAR
Pedro Alonso, no obstante, destaca otro aspecto de su trayectoria: “Me siento orgulloso de haber contribuido a consolidar centros de investigación de excelencia, tanto en Barcelona como en uno de los países más pobres del mundo, Mozambique, dirigido por investigadores mozambicanos”. El Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM), en Mozambique, fue creado en 1996 y es actualmente líder en su área. En 2010, Alonso fundó el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).
La mayor parte de la carrera de Peter J. Myler (Rockhampton, Australia; 1956) se ha desarrollado físicamente muy cerca de los parásitos; pero no de los parásitos ‘salvajes’, sino de los cultivados con fines de investigación en el insectario de alta seguridad del Centro de Investigación de Enfermedades Infecciosas en Seattle, Estados Unidos.
Porque aunque Myler no haya llevado a cabo mucho trabajo de campo, posee un profundo conocimiento sobre los parásitos y sus vectores —en el caso del ‘Plasmodium’, el mosquito ‘Anopheles’—: conoce sus genes, la estructura de sus proteínas… La razón es que Myler es pionero en la aplicación de las tecnologías de la biología moderna a las enfermedades endémicas de países en desarrollo. Proporciona así un tipo de información indispensable para buscar nuevos tratamientos o vacunas: “El genoma es como el libro de instrucciones de un organismo”, explica, “nos permite conocer todos sus mecanismos internos para hallar nuevas herramientas capaces de combatirlo2.
Myler empezó su carrera investigando en malaria en la Universidad de Queensland (Australia) y después viajó a Estados Unidos. En 2005 lideró el proyecto para secuenciar el genoma de los parásitos ‘Leishmania’ y ‘Trypanosoma cruzi’, que causan la muerte de decenas de miles de personas cada año, a pesar de que, como la malaria, son enfermedades tratables.
Peter Myler es director del Centro de Genómica Estructural para Enfermedades Infecciosas de Seattle. El conocimiento básico que aporta su trabajo ha permitido identificar decenas de nuevas dianas farmacológicas. Ya hay varios fármacos en ensayo producto de sus aportaciones, aunque Myler advierte de que ninguno de ellos será la solución definitiva: “Los parásitos están continuamente volviéndose resistentes, por lo que siempre tendremos que estar desarrollando nuevos fármacos”.