Pratham fue creada en 1994 como fundación de beneficencia pública por la ciudad de Bombay, Unicef y siete ciudadanos prominentes del país. Comenzó facilitando educación preescolar a los niños de los arrabales de Bombay usando como aulas espacios disponibles en templos, oficinas locales o las propias casas de los ciudadanos. Se reclutó y formó a voluntarios, a quienes se les proporcionó material educativo, animándoles a dar clases en cualquier espacio comunitario posible. Pronto este programa, denominado Pratham Balwadis, se multiplicó y fue aplicado en otros lugares.
Poco después creó el programa Balshaki para atender a niños no escolarizados y darles la formación mínima para que pudieran incorporarse normalmente al colegio. Entre 1999 y 2001, Pratham extendió su trabajo a diecinueve ciudades y comenzó a desarrollar programas comunitarios para atender a niños que trabajan.
La filosofía de Pratham le lleva a colaborar siempre con las autoridades estatales y locales, de manera que sus voluntarios complementan el trabajo que realizan los profesores de la escuela pública, nunca lo sustituyen. De hecho, su organización se basa en una alianza entre la Administración, el sector privado y los ciudadanos. En muchas ciudades, los líderes corporativos toman la iniciativa, las autoridades responden abriendo las escuelas y compartiendo sus dependencias y los voluntarios -en su mayoría mujeres de los arrabales- son clave para implementar los programas.
La estrategia capilar de la institución logra que su actividad de mejora educativa llegue a las partes más remotas del país, también las de difícil acceso geográfico o asoladas por la violencia. Además, desarrolla modelos que deliberadamente son de bajo coste, de modo que puedan implantarse en cualquier lugar y sean fácilmente ampliables para lograr un impacto profundo.
Pratham somete sus programas a evaluación continua. Fruto de este esfuerzo, en 2002-2003 introdujo dos cambios importantes. El primero fue la organización de los programas educativos por áreas o ‘basti’, que selecciona comunidades enteras -de entre 250 y 300 hogares- para realizar la intervención. De esta forma, la única manera de que un niño abandone es salir de la comunidad. Se evita así la dispersión del esfuerzo, que fragmentaba la eficacia. Hoy, Pratham trabaja en 4.000 bastis de 43 ciudades.
El segundo fue la introducción del programa ‘Aprende a leer’ (‘Learn to Read’), una metodología que ha logrado aumentar la capacidad de aprendizaje del 84 por ciento de los niños en menos de ocho semanas, se imparte a través de voluntarios -lo que reduce su coste- y es ampliable a nivel nacional. Además, tras sus años de experiencia se dieron cuenta que juntar a niños de la misma edad pero distinto nivel no funcionaba, así que Pratham los agrupa por su nivel real para que nadie quede desatendido.
Discurso
Cooperación al Desarrollo, VI edición
A finales de los años noventa los miembros de Pratham, la ONG que facilita el acceso a la educación a los niños más desfavorecidos de la India, se sentían desmoralizados. Sus alumnos no aprendían al ritmo esperado y a ellos les vencía «el sentimiento de que no parecía posible un cambio rápido y efectivo», cuenta su director Madhav Chavan, lo que les llevó a la siguiente reflexión: «Si pudiéramos provocar un cambio a gran escala, en poco tiempo sacudiríamos el sistema educativo desde sus cimientos. ¿Existe una varita mágica que haga que los niños aprendan a leer rápidamente?».
Hoy, unos quince años después, Pratham está consiguiendo que millones de niños aprendan a leer y escribir, y a realizar operaciones de aritmética básica en poco tiempo. Su lema es «Todos los niños en la escuela y aprendiendo bien». Pratham ha sido galardonada con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cooperación al Desarrollo. Sin duda «queda mucho por hacer», afirma Chavan. El punto de partida es un país con 287 millones de personas que no saben leer ni escribir. Pero Pratham ha encontrado, si no una varita mágica, sí un método muy efectivo para lograr que los niños aprendan. Lo aplica teniendo muy en cuenta la realidad social de los alumnos —los niños más desfavorecidos— gracias a la colaboración de miles de voluntarios y con eficaces técnicas de evaluación.
Es un modelo que se está exportando con éxito a otras zonas del planeta. Pratham nació en 1994 como fundación de beneficencia pública de las autoridades de Bombay, con la implicación de Unicef y de siete ciudadanos prominentes del país. Hoy Pratham llega cada año a tres millones de niños, evalúa los conocimientos de medio millón y trabaja en 20.000 municipios de 19 estados de la India. Una de sus grandes innovaciones es conceptual: atender a lo que saben de verdad los niños. ¿Qué estaban los niños aprendiendo realmente en las escuelas? Esa pregunta puso al descubierto una importante paradoja: con una escolarización superior al 95 por ciento, muchos niños simplemente no aprendían. En 2003 Madhav Chavan escribía: «Una media del 50 por ciento de los niños que van a colegios públicos no saben leer ni escribir tras cuatro años de escolarización. Este es el comentario más visible y desmoralizante sobre la educación en la India»
Así, el reto de Pratham desde sus inicios no ha sido tanto lograr que los niños vayan al colegio como buscar su aprendizaje real. Pratham comenzó facilitando educación preescolar a los niños de los arrabales de Bombay. Esquivando el obstáculo de la falta de financiación, convirtió en un aula cualquier espacio disponible en la comunidad —templos, oficinas, casas de particulares— y formó y equipó con material educativo a voluntarios. Pronto este programa, denominado Pratham Balwadis (‘clases preescolares’), creció y fue aplicado en otros lugares. Siguieron los programas Bridge para ayudar a niños no escolarizados a incorporarse al colegio y Balsakhi (‘amigo de los niños’) para niños que van a la escuela pero se quedan atrás y por tanto en riesgo de abandono. Muchos de estos escolares son los primeros miembros alfabetizados de su familia, a los que por tanto poco pueden apoyar en su aprendizaje.
En 2003 Madhav Chavan escribía: «Una media del 50 por ciento de los niños que van a colegios públicos no saben leer ni escribir tras cuatro años de escolarización. Este es el comentario más visible y desmoralizante sobre la educación en la India».
TUITEAR
Entre 1999 y 2001 Pratham se extiende a otras ciudades y crea programas para niños que trabajan. Sin embargo, todavía no logran el impacto que desean. Los avances son lentos. Chavan ha escrito refiriéndose a esa etapa: «En las clases de Pratham los niños progresaban, pero por debajo de lo deseado. Pratham no lograba mejorar significativamente la eficacia del sistema». Es entonces cuando deciden buscar una pedagogía más efectiva. Un grupo de educadores se reunirá cada mes para plantear un objetivo asociado a una metodología determinada y contar al mes siguiente cómo ha ido. Pronto uno de los experimentos da resultado, pero no en la lectura sino en las matemáticas.
Se basa en huir del esquema secuencial de la enseñanza clásica —primero se aprenden los números, luego las sumas, etc.— y pasar a un abordaje integrado. «Experimentamos basándonos estrictamente en nuestras observaciones de los niños. Nos dimos cuenta de que donde más rápidamente aprenden es jugando por el barrio», ha explicado Madhav Chavan. Y pensaron que los niños no aprenden los juegos por partes, sino directamente participando, «así que ¿por qué no tomarse las matemáticas como un juego?». Idearon, pues, un método en que los niños cuentan y calculan desde el principio. En concreto, juegan con palitos mientras desarrollan cuatro acciones: dicen las cantidades en alto, hacen algo con los objetos, leen los números y los escriben. El resultado de decir-hacer-leer-escribir fue magnífico: en menos de un mes los niños aprendían los números y a sumar y restar llevando.
El siguiente reto fue desarrollar un método equivalente para leer basado en el principio de que cuando el niño rea-liza actividades relacionadas, las interconexiones generan una habilidad mayor. Pratham ha creado así un juego en el que los niños intentan leer desde el primer momento, y en su mayoría aprenden a hacerlo realmente en menos de ocho semanas. Esta metodología ha sido bautizada con la expresión ‘aprende a leer’ (‘Learn to Read’). «Demostramos que el aprendizaje puede mejorarse en poco tiempo empleando un modelo de bajo coste replicable a escala nacional», señala Pratham en su sitio web. Otra innovación ha sido la aplicación de los programas por áreas o basti, comunidades de hasta 300 hogares. Se evitan así los abandonos —un niño solo puede abandonar si tiene que salir de su comunidad— y la dispersión del esfuerzo.
Hoy Pratham trabaja en 4.000 bastis de 43 ciudades, colaborando siempre con las autoridades estatales y locales, de manera que sus voluntarios complementan —no sustituyen— a los profesores de la escuela pública. Un elemento esencial en el éxito de Pratham ha sido la evaluación. Pratham creó en 2004 el Annual Status of Education Report (ASER, ‘impacto’ en hindi), basado en las encuestas que 30.000 voluntarios realizan para evaluar a 700.000 niños en 16.000 localidades. Los resultados son un indicador fiable del nivel de aprendizaje real en las escuelas.
El primer informe, de 2005, ya reveló que solo el 15 por ciento de los niños de segundo de primaria y el 25 por ciento de los de tercero podían leer un texto de primero. Esos datos impulsaron la puesta en marcha de un gran programa, Read India, en colaboración con el gobierno de todo el país y basado en la metodología Learn to Read. En 2008 Read India llegó a 33 millones de niños. Con el tiempo, Pratham ha ido ampliando sus programas para dirigirse también a jóvenes que dejaron los estudios y ofrecerles cursos de hostelería, de inglés o de acceso a las tecnologías de la información, entre otros muchos. Los objetivos de Pratham son ahora incluso más ambiciosos. Hoy se trata no solo de aprender a leer, sino de leer para aprender.