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Discurso de aceptación
F. Ulrich Hartl
F. Ulrich Hartl (Essen, Alemania, 1957) se licenció en Medicina en la Universidad de Heidelberg en 1975 y se doctoró en esta misma institución en 1985. Se unió entonces como investigador postdoctoral al Instituto de Química Fisiológica de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, a continuación, al Instituto de Biología Molecular de la Universidad de California en Los Ángeles y en 1990 obtuvo la habilitación para cátedra con un trabajo sobre la topogénesis de las proteínas mitocondriales. Su periplo estadounidense se completó con su participación, durante seis años, en el Programa de Bioquímica Celular y Biofísica del Memorial Sloan Kettering Cancer Center, donde fue titular de la Cátedra William E. Snee e investigador Howard Hughes Medical Institute, así como Associate Professor de Biología Celular y Genética en la Universidad Cornell. Hartl regresó a Alemania en 1997 para liderar el Departamento de Bioquímica Celular del Instituto Max Planck de Bioquímica, del que hoy es director.
En 1972, Christian Anfinsen recibió el Premio Nobel por una serie de experimentos que demostraron que ciertas proteínas pequeñas se pliegan de manera espontánea dentro de un tubo de ensayo. Su trabajo asentó la idea, que Hartl y Horwich acabarían desmintiendo, de que todas las proteínas, incluso dentro de las células, se pliegan espontáneamente.
En la década de 1980, Hartl y Horwich, por separado, estudiaban cómo las proteínas entraban en unos compartimentos llamados mitocondrias que existen dentro de las células y que están rodeados por una membrana, y cuestionaron por primera vez la hipótesis del plegamiento espontáneo de las proteínas dentro de las células.
Un experimento de Horwich sobre una versión mutante de levadura pareció indicar que ciertas proteínas traspasaban la membrana mitocondrial correctamente pero, una vez dentro, eran incapaces de activar sus funciones. La confirmación de este resultado por parte del laboratorio de Hartl dio pie a una fructífera colaboración entre los dos investigadores. Así descubrieron que la proteína Hsp60 (siglas en inglés de heat shock protein) era la responsable de que el plegamiento de proteínas funcionara como debía, es decir, actuaba de chaperona para las proteínas. Hartl y Horwich publicaron estos resultados en Nature en 1989.
Comprobaron que la chaperona actúa encapsulando la proteína a plegar para aislarla del entorno y vieron también cómo, en organismos unicelulares como la bacteria Escherichia coli o la propia levadura, la falta de Hsp60 ocasionaba una aglomeración de proteínas no plegadas que ocasionaba su muerte. A pesar del escepticismo inicial, Hartl y Horwich desbancaron definitivamente la visión anterior de que el plegamiento era un proceso espontáneo incluso dentro de las células.