La velada estuvo a cargo de la Euskadiko Orkestra, convertida en orquesta principal asociada de este evento, bajo la dirección del maestro Pedro Halffter, y contó con la participación de Kirill Gerstein como solista al piano. El programa arrancó con Sospiri, de Edward Elgar; continuó con In Seven Days, de Thomas Adès, para finalizar con la Sinfonía n.º 3 de Robert Schumann, conocida como “Renana”.

De cinco minutos de duración, Sospiri se inserta en un grupo de obras breves de Elgar que respiran el espíritu de la música de salón que se hizo habitual en los últimos años del siglo XIX. La pieza se presenta inicialmente como “Adagio para orquesta de cuerda, con arpa (o piano) y armonio (u órgano) ad libitum”, lo que amplía su espectro tímbrico hacia sonoridades más sugerentes.

En In Seven Days, Thomas Adès relata musicalmente los primeros siete días de la creación según se detalla en el primer libro de la Biblia, el Génesis. Musicalmente destaca por estar conformada por pequeñas partículas de sonido que se combinan y chocan entre sí, mediante la repetición, en un estado perpetuo de cambio. La creación, según el maestro Adés, huye de la catástrofe para asentarse en una sucesión de procesos. Contemplation, al final, es el secreto que desbloquea toda la obra, dejando en suspense una propuesta que pudiera estar a punto de comenzar, otorgando a la propia creación la condición de interminable.

La Sinfonía n.º 3 en mi bemol mayor, op. 97, “Renana”, se posiciona cronológicamente, en la biografía de Robert Schumann, en la frontera de un tiempo de felicidad en la que trasluce el concepto romántico del protagonismo absoluto de la música sobre cualquiera de las demás artes; donde la música no podía considerarse una forma de expresión, porque era la expresión misma, el reino de lo infinito.