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David Tilman: “Lo más importante para proteger la biodiversidad es ayudar a las naciones en desarrollo a aumentar su producción de alimentos”

“A la Tierra le llevó muchos millones de años recuperarse de la extinción de los dinosaurios. Ahora los humanos estamos a punto de provocar otra gran extinción”, dice el ecólogo estadounidense David Tilman, ganador del premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación. “Las especies se han extinguido siempre, pero el ritmo al que se produce la extinción debida a la acción humana es al menos cien veces superior al que vemos en el registro fósil”.

24 junio, 2015

Tilman, catedrático de la Universidad de Minnesota, recogió ayer en Madrid, en la Fundación BBVA, un galardón que se le concede por demostrar el valor ecológico de la biodiversidad: los ecosistemas más ricos en especies son más saludables, productivos y resistentes a amenazas.

Los esfuerzos actuales para la conservación a escala global, como la creación de áreas protegidas, son “demasiado pequeños para tener éxito”, ha dicho esta mañana en un encuentro con los medios de comunicación. La solución debe llegar, para Tilman, vinculada a la de otro gran problema: alimentar a la población mundial. “La principal amenaza a la biodiversidad global es la creciente demanda de alimentos en los países en vías de desarrollo.

“La principal amenaza a la biodiversidad global es la creciente demanda de alimentos en los países en vías de desarrollo'.

Ninguna reserva natural, ni vallas, ni guardas, evitarán la deforestación: la comida es esencial para la vida, y las personas harán lo que haga falta para conseguirla”.

Que lo que hagan no sea deforestar todo el planeta debería ser un “objetivo internacional prioritario”, dice Tilman. “El aumento de la producción de comida puede lograrse deforestando, lo que es muy dañino para la biodiversidad, o aumentando las cosechas. La acción más importante [para proteger la diversidad] es ayudar a las naciones en desarrollo a aumentar su producción de alimentos. En la mayor parte de los países en desarrollo las cosechas son solo un cuarto, o un quinto, de lo que podría conseguirse”, prosigue.

“Con mejores semillas, técnicas e insumos se aumentarían las cosechas de un 200 por ciento a un 500 por ciento, y se evitaría la destrucción de 500 millones de hectáreas de lo que queda de los ecosistemas tropicales del planeta. De esto depende no solo el que salvemos la biodiversidad, sino el proporcionar a los habitantes de estos países la alimentación segura y nutritiva que necesitan”.

Respecto a la manera de llevar a la práctica su propuesta, Tilman defiende la implicación de organizaciones internacionales -gubernamentales o no- y de los gobiernos locales. Y criticó el que, hasta ahora, gran parte de las iniciativas de cooperación se hayan concentrado en la provisión de alimentos; sería mejor enviar fertilizantes y semillas, dijo, y proporcionar formación en técnicas agrícolas modernas que permitan producir más alimentos.

El hallazgo de Tilman (Illinois, EE. UU., 1949) de que la biodiversidad determina la salud y la productividad de los ecosistemas se produjo a mediados de los años noventa, y supuso un drástico cambio de paradigma. Hasta entonces se creía que la biodiversidad debía ser conservada sobre todo por cuestiones morales, no por su valor ecológico en sí; es más, la hipótesis dominante era que los ecosistemas más diversos debían ser también más frágiles, justo lo contrario de lo que han demostrado los prolongados y rigurosos trabajos de campo de Tilman.

Hoy el galardonado se apoya en datos muy sólidos cuando afirma que “la pérdida de biodiversidad amenaza servicios que nos proporcionan los ecosistemas, desde el agua limpia a la propia agricultura”.