NOTICIA PREMIOS FRONTERAS DEL CONOCIMIENTO
Douglas Coleman y Jeffrey Friedman, Premio Fronteras del Conocimiento de Biomedicina
El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Biomedicina ha sido concedido en su quinta edición al químico Douglas Coleman y al médico Jeffrey Friedman por “revelar la existencia de los genes involucrados en la regulación del apetito y del peso corporal, un descubrimiento fundamental para entender patologías como la obesidad”, según el acta del jurado.
29 enero, 2013
A partir de su trabajo quedó claro que la leptina es la hormona producida por la grasa que actúa sobre el hipotálamo, en el cerebro, para “regular la ingesta de alimento, el gasto energético y la cantidad de grasa que se acumula”, explica el acta. “La falta de leptina o de su receptor conduce a la obesidad”, un mecanismo identificado inicialmente en ratones pero “también en humanos y por tanto con implicaciones clínicas obvias”.
Los trabajos de los premiados, según el jurado, no sólo han abierto nuevas vías de investigación sobre las bases biológicas de la obesidad, sino que han provocado un importante cambio de paradigma en la sociedad: demuestran que la obesidad no se debe “a un comportamiento inadecuado, sino que es la consecuencia de un desequilibrio en un proceso regulado hormonalmente”, señala el acta.
Douglas Coleman (1931, Ontario, Canadá) tiene la doble nacionalidad canadiense-estadounidense y es profesor emérito del Jackson Laboratory, en Maine (EE.UU.). Jeffrey Friedman (1954, Orlando, EE.UU.) es catedrático de la Universidad de Rockefeller de Nueva York. Sus candidaturas han sido presentadas por Paul Greengard, premio Nobel de Medicina en 2000 y catedrático de la Rockfeller University; Alexander Varshavsky, catedrático del California Institute of Technology y premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Biomedicina 2011, y Robert E. Braun, director de Investigación del Jackson Laboratory.
Aunque no han trabajado juntos, la relación de los galardonados es de las más estrechas que pueden darse en la ciencia: Friedman es quien demostró que las hipótesis científicas de Coleman eran correctas. Por eso Coleman ayer, al recibir la noticia del premio, dijo más de una vez sentirse “especialmente encantado” de recibir el galardón junto a Friedman: “Somos muy amigos, nos conocemos desde hace ya muchos años. Un día me llamó y me dijo que quería trabajar con los ratones con los que yo trabajaba, y fue él quien encontró, varias décadas después, la hormona cuya existencia yo había predicho”.
Coleman había demostrado a finales de los años sesenta que debía haber una hormona, entonces desconocida, que regulara la ingesta y el peso corporal. Lo había hecho trabajando con ratones portadores de una mutación que los convertía en extremadamente obesos. Y los investigadores sabían, por los cruces genéticos, que el defecto estaba en un único gen. Friedman entró en escena a mediados de los años ochenta, cuando decidió buscar ese gen culpable. “Entonces no existían las tecnologías actualmente disponibles para aislar genes”, explica Friedman por teléfono, “así que ya sabía que iba a ser una tarea ardua; decidí llamar a Coleman para obtener más información”.
Ocho años después, en 1994, Friedman descubría el gen de la hormona leptina, que funciona como predijo Coleman. Ayer Friedman declaró: “Es un gran honor recibir especialmente este premio, que enfatiza aspectos tan diversos de la ciencia. Y no puedo estar más feliz de compartirlo con Douglas Coleman, que estableció las bases de este trabajo”.
El mecanismo de la leptina
“La leptina es una hormona diseñada para controlar el peso corporal”, explica Friedman. El sistema funciona de forma que cuanta más grasa corporal hay, más leptina se produce y menos apetito se siente. El objetivo final es que un individuo con mucha grasa acabe comiendo menos, para que no siga engordando. Y viceversa: cuando falta grasa corporal falta leptina, y el apetito aumenta. La causa de que el cuerpo tenga un mecanismo así está en la evolución: “Sería muy peligroso no tener grasa, porque te arriesgas a morir de inanición, pero también es peligroso estar demasiado gordo, porque estás a merced de los predadores. Así que el sistema busca mantener un nivel equilibrado de grasa”.
Los investigadores descubrieron además que la leptina “circula por la sangre y actúa sobre los centros cerebrales que regulan el apetito, exactamente como predijo Coleman”, dice Friedman, admirador del trabajo de su colega: “Su predicción no era nada obvio. Había probablemente miles de investigadores que estudiaban lo mismo, pero él fue quien se dio cuenta”. Con el descubrimiento de la leptina se abrió todo un nuevo campo de investigación en las causas de la obesidad, resultado de un drástico cambio de mentalidad en la sociedad y entre los científicos: “Antes la gente creía que comer mucho o poco era una cuestión de falta de voluntad”, dice Friedman, “pero ahora sabemos que el peso corporal, en los humanos y en otros animales, está regulado por células en el cerebro que reciben señales como la de la leptina, que regulan el apetito de forma inconsciente. Es un sistema absolutamente crucial para la supervivencia de nuestra especie”.
Eso significa, en última instancia, que la obesidad “está en el cerebro”: “Además de la leptina y del receptor de la leptina, sabemos que más del 10% de los individuos con obesidad mórbida tienen defectos en genes que ya conocemos, y que regulan la ingesta, el peso corporal y el metabolismo. Y todos estos genes actúan en el cerebro, así que, por lo que sabemos, la causa principal por la que la gente engorda es una química cerebral alterada”.
La leptina, por tanto, no es el único gen relacionado con la obesidad –Friedman predice que se seguirán encontrando más-, pero sí tiene un papel principal, y será seguramente importante en eventuales tratamientos farmacológicos futuros de la obesidad: “Queda mucho por saber sobre la regulación de la obesidad, pero la identificación de la leptina nos llevará sin duda a una comprensión mucho mejor de los factores que controlan el apetito, y eso permitirá que se desarrollen nuevos tratamientos”.
Para Friedman, no obstante, el objetivo no debería ser “hacer que todo el que esté obeso adelgace”, sino, ante todo, “mejorar la salud de las personas”, algo que ya se logra, dice, incluso con pérdidas moderadas de peso.
Jurado internacional
El jurado de esta categoría está presidido por Werner Arber, premio Nobel de Medicina y catedrático emérito de Microbiología Molecular en el Biozentrum, instituto interdisciplinar de investigación de la Universidad de Basilea (Suiza), y cuenta como secretario con Robin Lovell-Badge, director de la División de Biología Desarrollo del National Institute for Medical (Medical Research Council, Reino Unido).
El resto de los miembros del jurado son Darío Alessi, director de la Unidad de Fosfoliración de Proteínas, un proyecto del Medical Research Council británico en la Facultad de Ciencias de la Vida de la Universidad de Dundee(Reino Unido); Mariano Barbacid, catedrático AXA-CNIO de Oncología Molecular en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO)(España); Óscar Marín, profesor de investigación en el Departamento de Neurobiología del Desarrollo del Instituto de Neurociencias de Alicante (España); Ursula Ravens, directora del Departamento de Farmacología y Toxicología de la Universidad Tecnológica de Dresden (Alemania); Angelika Schnieke, quien desempeña desde 2003 la Cátedra de Biotecnología Animal en el Departamento de Ciencias Animales de la Technische Universität München(Alemania), y Bruce Whitelaw, director de la División de Biología del Desarrollo del Instituto Roslin de Edimburgo (Reino Unido).