El Palacio Euskalduna de Bilbao acoge el Concierto extraordinario de los XII y XIII Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento
El Palacio Euskalduna de Bilbao ha acogido el Concierto extraordinario de las ediciones XII y XIII de los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, que precede a la solemne ceremonia de entrega. Ha sido la segunda vez que la capital vizcaína acoge los actos de los Premios Fronteras, después de que en 2019 la Fundación BBVA decidiera convertir Bilbao en la sede permanente de la ceremonia y el concierto de sus galardones internacionales a partir de su XI edición, y de que la alerta sanitaria provocada por la pandemia de Covid-19 imposibilitara su celebración en 2020. Por ello, en esta ocasión Bilbao ha acogido una ceremonia doble en la que se ha reconocido a los 35 galardonados en las ediciones XII y XIII de los Premios Fronteras, a quienes se ha rendido homenaje con este concierto extraordinario.
20 septiembre, 2021
En los XII Premios Fronteras fueron distinguidos Charles Bennett, Gilles Brassard y Peter Shor en Ciencias Básicas; Michael Hall y David Sabatini, en Biomedicina; Isabelle Guyon, Bernhard Schölkopf y Vladimir Vapnik, en Tecnologías de la Información y la Comunicación; Carlos Duarte, Terence Hughes y Daniel Pauly, en Ecología y Biología de la Conservación; Kerry Emanuel, en Cambio Climático; Philippe Aghion y Peter Howitt, en Economía, Finanzas y Gestión de Empresas; Susan Fiske y Shelley Taylor, en Humanidades y Ciencias Sociales, categoría que en esta edición correspondió a Ciencias Sociales; y Arvo Pärt, en Música y Ópera. Los XIII Premios Fronteras han recaído en Paul Alivisatos y Michael Grätzel, en Ciencias Básicas; David Julius y Ardem Patapoutian, en Biología y Biomedicina; John Hennessy y David Patterson, en Tecnologías de la Información y la Comunicación; Sandra Díaz, Sandra Lavorel y Mark Westoby, en Ecología y Biología de la Conservación; Neil Adger, Ian Burton y Karen O’Brien, en Cambio Climático; Ben Bernanke, Mark Gertler, Noburo Kiyotaki y John Moore, en Economía, Finanzas y Gestión de Empresas; Gerald Holton en Humanidades y Ciencias Sociales (que en esta edición se ha fallado en el dominio de Humanidades); y Peter Eötvös, en Música y Ópera.
La velada corrió a cargo de Euskadiko Orkestra, convertida en orquesta principal asociada de este evento, bajo la dirección de Robert Treviño, que debutó como director titular de la formación vasca precisamente en el concierto de la IX edición de los Premios Fronteras del Conocimiento. Contó con la participación del pianista bilbaíno Joaquín Achúcarro y el violinista venezolano Giovanni Guzzo. El programa arrancó con dos piezas de los premiados en Música y Ópera en las ediciones cuya ceremonia de entrega se celebró al día siguiente: la Sinfonía n.º 3 de Arvo Pärt; y Alhambra, concierto para violín n.º 3, de Peter Eötvös. Y concluyó con el Concierto para piano n.º 4 en sol mayor, op. 58 de Ludwig van Beethoven.
La Sinfonía n.º 3 se sitúa en el punto de inflexión de la peripecia vital y artística de Pärt, esos ocho años de silencio casi absoluto donde se produce la metamorfosis que le lleva desde el desencanto con las vanguardias europeas a su renacimiento con un estilo nuevo al que denominó tintinnabuli. Maderas a tres, trompas, trompetas y trombones a cuatro, tuba, timbales, celesta (que tiene un papel crucial), campanas tubulares, marimba, tamtam y cuerda protagonizan una partitura que es un impresionante testimonio sonoro de su lucha por separarse de la doctrina serial -que había acabado por parecerle un juego pueril- y encontrar un nuevo camino.
En su Concierto para violín n.º 3, que lleva por título Alhambra, Eötvös muestra su concepción de la música como vehículo de las emociones. “Las fuentes del palacio, sus dimensiones, las montañas de alrededor, la asombrosa puesta de sol andaluza… todo esto entró a formar parte de esta obra”, ha dicho al glosar una pieza que plasma la impresión que causa la Alhambra en un músico del siglo XXI, dos siglos después de los relatos de Chateaubriand y Washington Irving, y de las composiciones alhambristas de Chapí, Bretón y Monasterio. La obra hace gala del gusto de Eötvös por la intensidad expresiva y los registros agudos del violín –a cargo de Giovanni Guzzo–, un rasgo que comparte sin ambages con Beethoven, autor de la obra que cierra el concierto.
En el Concierto para piano n.º 4 de Beethoven, con Joaquín Achúcarro como solista, “oiremos –se lee en las notas al programa, a cargo del musicólogo Álvaro Guibert– dos músicas distintas. La mayor parte del tiempo lo ocupa un fantástico concierto de piano de Beethoven con todos los ingredientes esperables: originalidad, fuerza dramática, virtuosismo de primera clase, siempre musical, siempre expresivo… (…) Pero la obra contiene momentos que son otra cosa, una música que se eleva por encima de su posición en el concierto y se sitúa en un plano superior, difícil de definir, donde parece que, además de perseguirse la satisfacción del gusto musical, se dirimen cuestiones existenciales”, pues, como dijera Czerny, al interpretar esta música “uno no puede dejar de imaginar una escena trágica de la antigüedad”.
Arvo Pärt: “Este premio es el momento que corona mi carrera musical”
Nacido en 1935 en Paide, Estonia, Pärt se graduó en Composición en 1963, en el conservatorio de Tallin. Pärt empezó siendo uno de los representantes más radicales de la vanguardia soviética. Contrario a la cultura musical ideologizada de la Unión Soviética, experimentó intensamente con los estilos y logros de la música contemporánea occidental. Pero a finales de la década de 1960 sufrió una crisis, al comprender que con los complejos sistemas musicales de la vanguardia, a menudo inescrutables al oído, no podría expresar lo que buscaba: máxima sencillez, la misma que en esa época estaba redescubriendo también en la fe cristiana. Estudió a fondo el canto gregoriano y la música polifónica de inicios de la Edad Moderna. A partir de ahí desarrollaría un estilo basado en los elementos básicos de la música europea: escala y tríada. Pärt lo llamó tintinnabuli, término latino para “campanillas”, cuyo sonido es tan recurrente en sus obras.
En esa época de crisis creativa y transformación profunda, “en la que buscaba un lenguaje musical propio”, Arvo Pärt encontró una guía segura en España, según revela en su discurso de aceptación. “Dos artistas españoles me acompañaron, me influyeron y me mostraron un camino durante mi tiempo de ‘silencio’: Tomás Luis de Victoria con su música y El Greco con su pintura. Ellos me dieron un impulso que fue decisivo para mi futuro musical”.
Y es que “España ha desempeñado en mi vida un papel mucho más importante del que podrían ustedes imaginar”, añade. Como una “intensa experiencia” describe el encargo del Festival de Música de Canarias en 1998 para componer Como cierva sedienta, para soprano y orquesta, su primera obra sobre un texto en castellano. “Mi primera inmersión en el sonido del español supuso un gran descubrimiento; me di cuenta de que tenía una conexión profunda con la cultura que late en este idioma”.
Luego vendría Virgencita, “una obra coral sobre la Madre de Dios, que Víctor García de Gomar programó el año pasado en un conmovedor concierto en Montserrat titulado ‘Del dolor a la esperanza’”. Una mención especial reserva Pärt a su “larga y productiva colaboración y amistad” con Jordi Savall, “que trajo a la vida mis dos Lullabies con su esposa Montserrat -que tristemente ha fallecido ya- y su hija Arianna. Y luego quiso otra obra más, que acabó siendo Da pacem Domine, que compuse bajo la honda impresión que me causó el atentado de 2004 en Madrid”.
Y dos conexiones recientes más: en 2018, su obra coral And I Heard a Voice se estrenó en España para celebrar los 800 años de la Universidad de Salamanca; en otoño de ese mismo año se inauguró, en el corazón del bosque de Laulasmaa, cerca de Tallin, el Centro Arvo Pärt, obra de los arquitectos españoles Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, desde el que el compositor ha grabado su discurso de aceptación. “Como pueden ver, España nunca ha dejado de inspirarme. Este premio corona mi carrera musical. Pero no solo eso: cierra un círculo que empezó en los años 60 y que hoy sigue siendo parte de mi pensamiento musical”.
Peter Eötvös: compositor, director, pedagogo
“Una de las voces musicales más importantes de nuestro tiempo”. Así denomina el jurado de los XIII Premios Fronteras del Conocimiento en Música y Ópera al compositor húngaro Peter Eötvos, nacido en 1944 en Odorheiu Secuiesc, localidad de la región de Transilvania, que entonces pertenecía a Hungría, y hoy forma parte de Rumanía.
El Premio Fronteras invita “a reflexionar sobre la obra vital que ha merecido tal reconocimiento”, afirma Eötvös en su discurso de aceptación, y hace notar que, en el acta, “el jurado no ha destacado solo mi actividad como compositor, sino también como director y pedagogo. Este hecho tiene gran importancia para mí, puesto que estas tres facetas se inspiran recíprocamente de manera permanente, y para mí constituyen una unidad inseparable”.
El creador húngaro valora en particular que los Fronteras pongan “en el mismo plano la labor de composición y la actividad de investigación científica, pues esta concepción resulta muy cercana a mi propia actitud como compositor. La composición se distingue de otras especialidades artísticas por el hecho de que el resultado final permanece oculto hasta que se convierte en sonido. Piensen una cosa: un pintor, un escultor o un escritor ve de inmediato cómo el material va tomando forma ante sus ojos; pero el compositor debe esperar hasta que la orquesta comience los ensayos. Solo entonces se desvela si el sonido y la estructura de los tiempos se asemejan a lo que el compositor se había imaginado en su oído interior”.
Eötvös mira sucesivamente al pasado, al presente y al futuro al ponderar su propia trayectoria musical. “La historia de la música es para mí una cadena continua e ininterrumpida. Yo mismo me contemplo como uno de sus eslabones. Mi pensamiento ha estado siempre determinado por la conciencia del presente. Me hallo inmerso en la tradición musical húngara, desde Franz Liszt pasando por Béla Bartók hasta György Ligeti y György Kurtág; en particular, las obras de Bartók han conformado mi lengua materna en la música”.
La conexión entre el hoy y el mañana se plasma de manera particular en sus óperas. “Los temas de mis óperas los extraigo mayoritariamente de obras de escritores y dramaturgos contemporáneos que enfrentan al público con los problemas de nuestro tiempo. Deseo que mis óperas superen la prueba del tiempo, que dentro de cien o doscientos años sean capaces de transmitir al público del futuro algo de nuestra época. Algo así como cuando, cuatrocientos años después, seguimos disfrutando las óperas de Monteverdi, pero a la vez nos iluminan sobre el pensamiento de nuestra propia época”.
Proyectar un legado que dé continuidad a la tradición bajo la luz del presente alienta en su empeño creativo, concluye el maestro: “La música nos muestra con precisión la época en que se origina. Aunque no se conozca a sus compositores se sabe la época de la que procede. Confío en que mi música sea capaz de retransmitir el mensaje del presente y trasladarlo al futuro, llevando como equipaje todo aquello del pasado que considera valioso en sí mismo. Y como el mundo cambia de un instante a otro pero los sentimientos humanos permanecen siendo los mismos, persiste íntegra la esperanza de que las personas del futuro también comprendan este mensaje”.
Euskadiko Orkestra, principal orquesta asociada
Convertida en la principal orquesta asociada a los Premios Fronteras del Conocimiento, la Orquesta Sinfónica de Euskadi revalida su compromiso con la Fundación BBVA. Ambas instituciones comparten el interés por la realización de importantes proyectos, como la celebración de este concierto de homenaje a los galardonados en Bilbao o el proyecto TESELA, un amplio mosaico de creación contemporánea internacional de inspiración vasca, exportado a importantes escenarios como la Bienal de Venecia.
Robert Treviño es el director titular de Euskadiko Orkestra. A través de su enorme implicación y de la implantación de nuevas ideas y proyectos, Treviño está trabajando en una progresiva mejora artística de la orquesta y en un nuevo posicionamiento internacional. Su primera gira conjunta por Austria y Alemania cosechó grandes éxitos, así como su presentación en el emblemático Théâtre des Champs-Élysées de París. Próximamente realizarán una nueva salida internacional al corazón de la vida musical centroeuropea.
Joaquín Achúcarro
Nacido en Bilbao, su ininterrumpida actividad concertística internacional le ha llevado a sesenta y un países, actuando en salas como Berliner Philharmonie, Carnegie Hall, Avery Fisher Hall, Het Concertgebouw, The John F. Kennedy Center for the Performing Arts, Musikverein Wien o el Royal Albert Hall, en recitales, y como solista junto a orquestas como la Berliner Philharmoniker, Chicago Symphony Orchestra, New York Philharmonic, Los Angeles Philharmonic o La Scala Orchestra, así como con todas las orquestas de España, junto a más de cuatrocientos directores como Abbado, Chailly, Davis, Mehta, Ozawa, Rattle, Van Zweden y Conlon.
Ha grabado con Sony, RCA, BMG, Claves, Ensayo, La Dolce Volta y Etnos, recibiendo premios por sus grabaciones de Ravel, Falla, Granados, Brahms, Schumann, Schubert, Chopin, Beethoven, Debussy, Bartók, Rajmáninov, Scriabin, Turina y Herrmann. Desde agosto de 1989 ocupa la Cátedra de Piano Joel Estes Tate de la Universidad Metodista del Sur en Dallas, combinando sus períodos de enseñanza con su apretada agenda de conciertos. En 2008, un grupo de personas e instituciones de Dallas creó la Fundación Joaquín Achúcarro “para perpetuar su legado artístico y docente” y ayudar a pianistas alumnos suyos en el comienzo de sus carreras.
Ha sido nombrado Artist for Peace por la Unesco en París, en reconocimiento a su “extraordinaria labor artística”. Es accademico ad honorem de la Accademia Musicale Chigiana de Siena (Italia), Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, Premio Nacional de Música y Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil. Es también académico honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Madrid. La International Astronomical Union (IAU) acordó nombrar al miniplaneta 22.191 con el nombre de Achúcarro en homenaje a su trayectoria universal.
Giovanni Guzzo
A sus 35 años, el violinista Giovanni Guzzo se está erigiendo en uno de los intérpretes más versátiles de su generación. Nacido en Venezuela de padres de ascendencia italiana y venezolana, ha cautivado al público de todo el mundo gracias al carácter único y apasionado de sus actuaciones. Tras su sensacional debut como solista con la Royal Philharmonic Orchestra de Londres, los críticos lo describieron como un intérprete “maravillosamente magnético” y “con gran autoridad”.
Es un dedicado intérprete de música de cámara, colaborando estrechamente con algunos de los músicos más prestigiosos de la actualidad como Martha Argerich, Joshua Bell, Martin Fröst, Daniel Hope, Stephen Hough, Kristóf Baráti, Simon Rattle, Magadalena Kožená, Gábor Takács-Nagy, István Várdai, el Takács Quartet y Maxim Vengerov, entre otros muchos. Su talento ha sido reconocido con numerosos premios tales como una Mención a la Excelencia de su majestad la Reina Isabel II, la Medalla de Oro del Marlow Festival of Music & Drama o el PROMIS Award concedido por la London Symphony Orchestra.
Como solista, actúa con las mejores orquestas en algunos de los escenarios más prestigiosos del mundo, como el Wigmore Hall de Londres y la Tonhalle de Zúrich. Es un invitado habitual del Verbier Festival en Suiza y del Mecklenburg-Vorpommern Festspiele en Alemania. Es el principal concertino invitado de la mundialmente conocida Orquesta del Festival de Budapest. Desde 2021 es concertino de la famosa Camerata Salzburg. Toca un violín Nicola Gagliano de 1759, en préstamo indefinido por un benefactor privado.