Thomas Lovejoy
En la primera edición de 2008

Fallece Thomas E. Lovejoy, Premio Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación

El profesor Thomas E. Lovejoy, galardonado con el Premio Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación en su primera edición de 2008, ha fallecido a los 80 años.  El biólogo estadounidense, que fue catedrático del Departamento de Ciencia y Política Ambiental de la Universidad George Mason (EEUU) y presidente del Instituto Yale de Estudios de la Biosfera, recibió el galardón de la Fundación BBVA junto con su colega William F. Laurance, por sus contribuciones al conocimiento de los efectos de los cambios en el uso de la tierra sobre la biodiversidad. Sus investigaciones pioneras en la Amazonía permitieron medir por primera vez las consecuencias de la fragmentación del hábitat sobre la integridad de las selvas tropicales, así como simular científicamente la evolución de estos ecosistemas en el futuro.

27 diciembre, 2021

Perfil

Thomas E. Lovejoy

En los años setenta, el profesor Lovejoy, que en aquella época era investigador asociado del Instituto Smithsonian para la Investigación Tropical (STRI), se dio cuenta de que era indispensable estudiar los efectos de la fragmentación sobre la selva amazónica. Con este objetivo en mente, puso en marcha el Proyecto de Dinámica de Fragmentos Forestales (BDFFP), que estuvo administrado por el Smithsonian y el Instituto Nacional de Brasil de Investigación de la Amazonia, y constituyó el más extenso estudio, en espacio y tiempo, sobre hábitat fragmentado en la selva.

El BDFFP cubrió un área de más de 1.000 Km2. Incluía grandes extensiones de Amazonia intacta, además de numerosos fragmentos de selva de entre 1 y 100 hectáreas que los pastos para ganado y las zonas deforestadas habían ido acotando. En todas estas áreas los investigadores del BDFFP tomaron muestras de árboles, aves, primates, pequeños mamíferos, anfibios o insectos antes de la deforestación –entre 1979 y 1983– y también después, a intervalos de tiempo regulares. De esta forma el BDFFP generó un conocimiento fundamental: saber qué especies estaban presentes, y en qué cantidad, antes de la deforestación.

La interpretación de esos datos impulsó más hallazgos. Laurance y Lovejoy descubrieron, por ejemplo, que los cambios que tenían lugar en las fronteras de la selva artificialmente fragmentada se extendían mucho más allá de lo esperado, hasta incluso una decena de kilómetros. Además, en los pedazos de selva rota la mortalidad de los árboles, en especial los más grandes, aumentaba de forma dramática por las alteraciones en el microclima selvático natural. Y, en la Amazonia, cuando moría un gran árbol lo hacía también todo el complejo y riquísimo ecosistema vertical que este sostenía, un panal de nichos ecológicos tan densamente construido como los rascacielos en Manhattan –como si estos rascacielos albergaran una especie animal o vegetal distinta en cada uno de sus apartamentos–. La muerte de árboles implicaba, por tanto, una importante pérdida de biomasa.

El dramático impacto de la fragmentación del hábitat

Como señaló el acta del jurado del primer Premio Fronteras en Ecología y Biología de la Conservación, las investigaciones de Lovejoy, junto con su colega Laurance, revelaron “numerosas características inesperadas de la fragmentación del hábitat, tales como el aumento dramático de la mortalidad de los árboles en las selvas tropicales, con consecuencias de largo alcance en la preservación de la biodiversidad de las selvas y la dinámica del cómputo global de carbono. Algunas perspectivas de este estudio han tenido una influencia significativa tanto en la teoría de la ciencia de la conservación como en su práctica”.

Además, el jurado del galardón de la Fundación BBVA destacó el papel de Lovejoy en la formación de generaciones de jóvenes investigadores en la Amazonía,  sentando las bases para que su trabajo se desarrollase con estabilidad, y que sus iniciativas de conservación habían servido de modelo para ser aplicadas en otras áreas.

En el discurso que pronunció en la Fundación BBVA al recibir el Premio Fronteras, el profesor Lovejoy explicó que el objetivo fundamental de su trabajo era “entender la diversidad biológica y de averiguar cómo podemos coexistir con la maravillosa variedad de vida que atesoran las selvas tropicales”.  Además, el biólogo también quiso lanzar una clara voz de alarma basada en su trabajo científico: “La Amazonía está muy próxima a un punto de no retorno. La degradación del ecosistema está siendo mucho más rápida de lo previsto, y  no debemos olvidar que los bosques tropicales son vitales para mantener la vida en nuestro planeta”.

Biografía

Nacido en Nueva York en 1941, Thomas E. Lovejoy se doctoró en Biología por la Universidad de Yale en 1971, y fue catedrático del Departamento de Ciencia y Política Ambiental de la Universidad George Mason (Estados Unidos), además de presidente del Instituto Yale de Estudios de la Biosfera. A lo largo de su trayectoria, fue  también director del programa de conservación de la World Wildlife Fundation, WWF (1973-87), secretario de Asuntos Exteriores y Medioambientales del Smithsonian Institution (1987-98), asesor de presidencia del Banco Mundial en materia de biodiversidad (1999-2002), presidente del Centro Heinz para la Ciencia, Economía y Medioambiente (2002-08), presidente del Grupo Independiente Asesor en Sostenibilidad del Banco de Desarrollo Interamericano (2010-11) y consejero del presidente de la Fundación de las Naciones Unidas.

Además del Premio Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación, Lovejoy recibió otros importantes reconocimientos como el Premio Tyler (2002) y el Blue Planet Prize (2012). Formaba parte de numerosos consejos y grupos asesores en materia científica y conservacionista, y fue miembro de la National Geographic Society, la Sociedad Americana para el Avance de la Ciencia, la Academia Americana de las Artes y las Ciencias, la Sociedad Filosófica Americana y la Sociedad Linneana de Londres, entre otras.