NOTICIA PREMIOS FRONTERAS DEL CONOCIMIENTO
La Fundación BBVA entrega sus Premios Fronteras del Conocimiento en una solemne ceremonia de celebración de la creación científica y artística
Cristina Garmendia, ministra de Ciencia e Innovación, ha calificado estos galardones como “los premios privados de investigación más prestigiosos de nuestro país”. Francisco González, presidente de la Fundación BBVA, ha manifestado su deseo de que “estos Premios sean un estímulo para que las generaciones más jóvenes se sientan atraídas por una actividad apasionante como la investigación y la creación cultural, y para que el conjunto de la sociedad valore más el conocimiento, la cultura superior y la innovación”
23 junio, 2010
Modelos para predecir la evolución de los ecosistemas, la demostración del efecto de la actividad humana sobre el cambio climático, un descubrimiento que ha revolucionado la farmacología, avances para conocer cómo se comporta la naturaleza a nivel molecular, contribuciones que han roto la barrera de la miniaturización de los chips y la transmisión de señales sin las cuales sería imposible concebir tecnologías de uso diario y la creación musical como vía para armonizar el conocimiento y la intuición. La ceremonia de entrega de los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento 2009, que ha tenido lugar esta tarde, se ha convertido en una celebración de la creación científica y artística.
La ceremonia, presidida por la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, el presidente de la Fundación BBVA, Francisco González, y el presidente del CSIC, Rafael Rodrigo, ha congregado a destacados representantes de la comunidad científica internacional y de las altas instituciones del Estado, así como a personalidades del mundo de la cultura y la empresa.
En su intervención, la ministra de Ciencia e Innovación ha destacado que para el sistema científico español resulta esperanzador comprobar cómo el mecenazgo en I+D “ha dejado de ser un fenómeno exótico, gracias al liderazgo que ejercen empresas como BBVA”.
Cristina Garmendia considera un buen presagio que “la misma institución financiera que patrocina la liga española de fútbol –la Liga BBVA, considerada la mejor del mundo por su capacidad de atraer talento– sea la promotora de los premios privados de investigación más prestigiosos de nuestro país”.
“Que fortalezca aquellos centros de investigación que acrediten su masa crítica y su excelencia internacional”
La ministra ha aprovechado este acto para anunciar que en 2011 el Gobierno se propone dar los primeros pasos hacia un nuevo enfoque para la financiación de la ciencia, “que fortalezca aquellos centros de investigación que acrediten su masa crítica y su excelencia internacional”, para que al salto cuantitativo de los últimos años se sume ahora “un salto cualitativo”. En este sentido, ha hecho referencia al reportaje publicado hace pocos días por Science reconociendo el avance de la ciencia española “recogiendo la opinión de varios investigadores españoles y extranjeros que han elegido España para trabajar”. Precisamente uno de ellos, el Dr. Erwin Wagner, está actualmente en el CNIO gracias a una cátedra dotada por la Fundación BBVA.
Francisco González, presidente de la Fundación BBVA, ha destacado la apuesta de la Fundación por “abarcar desde los avances teóricos y creaciones culturales hasta los desarrollos científico-tecnológicos de foco aplicado”; y se ha mostrado convencido “de que el ciclo virtuoso conocimiento básico-conocimiento aplicado-innovación es beneficioso para abordar eficazmente las demandas y retos del presente. Sin olvidar la envolvente cultural de una sociedad a la que contribuyen las artes y, más concretamente, música”.
“Los Premios Fronteras del Conocimiento, concebidos desde España y orientados a la comunidad científica y los creadores culturales, sin importar la nacionalidad, representan el espíritu de transformación y modernidad de nuestro país”.
El presidente de la Fundación BBVA ha subrayado también que “los Premios Fronteras del Conocimiento, concebidos desde España y orientados a la comunidad científica y los creadores culturales, sin importar la nacionalidad, representan el espíritu de transformación y modernidad de nuestro país”. Al expresar su admiración por los premiados, Francisco González ha hecho extensivo este reconocimiento al conjunto de la comunidad científica y artística. Y ha manifestado su deseo de que “estos Premios sean un estímulo para que las generaciones más jóvenes se sientan atraídas por una actividad apasionante como la investigación y la creación cultural, y para que el conjunto de la sociedad valore más el conocimiento, la cultura superior y la innovación”.
Galardones de referencia internacional
En solo dos ediciones –2008 y 2009–, los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento se han convertido en galardones de referencia y se han posicionado en el grupo de premios de mayor relevancia e impacto a escala internacional. La convocatoria 2010 está a punto de cerrar el plazo de nominaciones, que concluye el próximo 30 de junio.
Los galardones reconocen valores como la innovación que surge del saber acumulado, la curiosidad como motor para la exploración, y la creatividad y máxima excelencia. Su rasgo distintivo es su estrecha vinculación con los retos científicos, tecnológicos, sociales y económicos del presente siglo. Así, son los primeros que incluyen categorías dedicadas a Cambio Climático; Cooperación al Desarrollo; Tecnologías de la Información y la Comunicación; y Ecología y Conservación de la Biodiversidad. También se reconocen las contribuciones especialmente significativas en Economía, Finanzas y Gestión de Empresas; Ciencias Básicas; Biomedicina; y Música Contemporánea.
Cada una de las ocho categorías está dotada con 400.000 euros. Los 3,2 millones de euros asignados en total y la amplitud de disciplinas abarcadas sitúan a los Premios Fronteras del Conocimiento entre los más importantes del mundo. Los galardones cuentan con la colaboración del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), principal organismo español de investigación, que se concreta en la designación de los jurados y la preselección de las nominaciones. Así se garantiza la objetividad, la independencia y la transparencia, y que el fallo de los premios se ajusta a indicadores de excelencia científica.
En esta segunda edición del los Premios Fronteras del Conocimiento los galardonados han sido Richard N. Zare y Michael J. Fisher, en Ciencias Básicas, por visualizar las moléculas y estudiar su comportamiento colectivo; Robert J. Lefkowitz, en Biomedicina, por identificar los receptores sobre los que actúan la mitad de los fármacos actuales.
Peter B. Reich, en Ecología y Biología de la Conservación, por ayudar a predecir cómo serán los bosques en un planeta más cálido y con menos biodiversidad; Thomas Kailath, en Tecnologías de la Información y la Comunicación, por romper la barrera de miniaturización de los chips; Andreu Mas-Colell y Hugo Sonnenschein, en Economía, Finanzas y Gestión de Empresas, por ayudar a interpretar el comportamiento del consumidor; Cristóbal Halffter, en Música Contemporánea, por contribuir de manera esencial a la idea de una música contemporánea europea; Klaus Hasselmann, en Cambio Climático, por identificar la huella humana en el cambio climático; y el Development Research Institute, de la Universidad de Nueva York, en Cooperación al Desarrollo, por cuestionar las creencias comúnmente aceptadas sobre la ayuda internacional.
Una aventura fascinante
En los breves discursos de aceptación pronunciados durante la ceremonia, los galardonados han dibujado algunos de los retos que depara el futuro, al tiempo que realzan la fascinación que entraña la investigación o el valor social del conocimiento.
Robert J. Lefkowitz, el padre del descubrimiento que ha hecho posible gran parte de la terapia farmacológica contemporánea, ha subrayado que nunca fue un científico vocacional. “Cuando hace casi 50 años ingresé en la escuela médica, nunca soñé que llegaría a ser científico, y mucho menos que un día ganaría un premio como éste. Mi única meta era ejercer la medicina. Pero cuando al terminar mi residencia médica pasé un periodo de dos años investigando en los NIH (National Institutes of Health), todo empezó a cambiar: había experimentado por primera vez el júbilo que acompaña a un descubrimiento, por minúsculo que sea. Durante los cinco años siguientes me dediqué tanto a la medicina clínica como a la investigación de laboratorio y, cada vez más atraído por la investigación, empecé a comprender que mi destino iba en esa dirección”.
Peter B. Reich se ha referido a cómo la grandeza del proyecto científico pone de manifiesto la humildad del investigador. “Al tratar de comprender la Tierra como un sistema vivo y complejo, a menudo me topo con los límites de nuestro conocimiento y soy consciente de mi modestia ante la enormidad del reto. Por eso me pareció tan gratificante que nuestro afán por resolver los complejos misterios de la naturaleza y tomarle el pulso ante las múltiples amenazas medioambientales fuera considerado digno de mención por esta Fundación que merece nuestra más alta estima”. Y ha hecho hincapié en que el horizonte es tan desafiante como esperanzador: “Es una sensación extraña y agridulce ganar un premio por estudiar cuánto daño ambiental puede soportar nuestra madre Tierra antes de derrumbarse y ponernos en auténticos apuros. Pero debemos conservar la esperanza, pese a los extraordinarios retos del siglo XXI. Nuestra alegría radica en la belleza de la ciencia y de la propia Tierra. Nuestra esperanza es que nuestro trabajo contribuya a hacer conscientes a todos y cada uno de nosotros del imperativo de mantener la salud de los ecosistemas, de los que toda la vida depende.”
“Somos optimistas de cara al futuro. Seguramente la mayor esperanza para afrontar todos estos retos tan reales y de dejar un mundo mejor es conocer mejor las posibilidades que abre la ciencia y sentir una gratitud más honda hacia lo mejor de la naturaleza humana. Es esta convicción, quizá este optimismo, lo que sustenta estos premios”.
A la confianza en el poder transformador del conocimiento ha apelado también Hugo Sonnenschein, que ha hablado en nombre propio y de Andreu Mas-Colell: “Somos optimistas de cara al futuro. Seguramente la mayor esperanza para afrontar todos estos retos tan reales y de dejar un mundo mejor es conocer mejor las posibilidades que abre la ciencia y sentir una gratitud más honda hacia lo mejor de la naturaleza humana. Es esta convicción, quizá este optimismo, lo que sustenta estos premios”.
Su importancia es esencial para que la solidaridad internacional no se quede en voluntarismo vacuo… y caro. Yaw Nyarko, que ha intervenido en nombre propio y de William Easterly, el otro codirector del Development Research Institute, insistió en la necesidad de que “la ayuda se aplique con eficacia y transparencia, ya que eso beneficia sin duda a los pobres. Con demasiada frecuencia se recurre al estribillo “porque son pobres” para justificar enormes gastos en proyectos con pocos beneficios comprobados, y también para ocultar el hecho de que las agencias de ayuda son también instituciones con sus propios intereses y objetivos, que no siempre coinciden totalmente con los de los pobres. Que África sea pobre no justifica una investigación deficiente sobre África”.
Richard N. Zare, que ha intervenido en su nombre y en el de Michael E. Fisher, ha realzado el valor del conocimiento básico: “Vivimos tiempos turbulentos desde el punto de vista económico”, en los que resultaría “fácil descartar las ciencias básicas, cuyos frutos tantas veces parecen muy alejados de los problemas cotidianos más apremiantes del mundo. Por eso Michael Fisher y yo nos sentimos aún más agradecidos a la Fundación BBVA. Su esfuerzo y su apoyo ininterrumpido indican su profundidad de miras y su conciencia de que la humanidad ha de trabajar tanto para el presente como para el futuro”.
Zare y Fisher han reflexionado sobre la cercanía entre ciencia y arte. “La creación, ya sea artística o científica, es una aventura solitaria y a la vez colectiva. A solas, un artista experimentará el puro goce de la creatividad: se dejará llevar por la inspiración para producir una obra que pueda amar por sí misma, sin pensar en los elogios que vaya a recibir; y no obstante, el placer que la creación brinda a otros se añade a sus gratificaciones, enriqueciéndolas. De la misma forma que una obra de arte puede cobrar nuevos significados bajo una mirada sensible visiones que el artista original no contempló, cuando la investigación científica arroja luz sobre un principio fundamental de la naturaleza, muchas veces ilumina también de forma imprevista las concepciones de otros científicos, abriendo ventanas a nuevos paisajes y puertas a nuevos pastos.”.
A este entrelazamiento se ha referido también Cristóbal Halffter. Después de agradecer el “significativo paso” que la Fundación BBVA ha dado al situar “la música de nuestro tiempo como una más de las disciplinas del conocimiento”, añadió que “la creación musical es la disciplina en la que la mente participa con más claridad y absoluta paridad de la ciencia y la estética, el conocimiento y la intuición, la razón y la sensibilidad, el logos y el pathos”.
Y del conocimiento a la acción, según ha resaltado Klaus Hasselmann. “La pregunta que hoy debemos hacernos ya no es si podemos detectar el impacto humano sobre el clima, sino cómo vamos a impedir que el cambio climático empeore mucho más en el futuro próximo, si no actuamos hoy. Para hallar respuestas a esta pregunta crucial hemos creado recientemente el European Climate Forum, en colaboración con economistas, científicos sociales y representantes del sector empresarial, así como de diversas ONG y políticos y gobernantes”.
Thomas Kailath, por su parte, ha anunciado que ha donado su premio al Massachusetts Institute of Technology: “De esta forma cumplo parte de mi compromiso de patrocinar una beca para los graduados en ingeniería eléctrica e informática que deseen aplicar su talento y sus conocimientos a la investigación del cáncer”, enfermedad de la falleció su mujer hace dos años.
Todos los premiados han recibido un símbolo artístico obra de la escultora Blanca Muñoz (Madrid, 1963), basado en varias espirales que representan la evolución e interrelación de las disciplinas científicas. La espiral, explica la autora, “es la mejor solución para crecer en poco espacio y la mejor forma para representar la continuidad”.