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La Fundación BBVA premia a Pedro Alonso y Peter Myler por lograr avances clave contra las enfermedades infecciosas que aquejan a los países más pobres

Pedro Alonso ha impulsado la lucha contra la malaria mediante el uso de mosquiteras impregnadas con insecticida, que han reducido su mortalidad un 60%, y los ensayos de la primera vacuna capaz de lograr una eficacia parcial contra la enfermedad. Peter Myler ha dirigido la secuenciación genética de los parásitos de la leishmaniasis y la enfermedad de Chagas, un hito fundamental en investigación básica que ha logrado identificar múltiples dianas terapéuticas para desarrollar futuros tratamientos y vacunas.

28 febrero, 2017

Perfil

Pedro L. Alonso

Entrevista

Pedro Alonso: “Seguimos muy lejos de lo que necesitamos para lograr un mundo libre de malaria”

Perfil

Peter J. Myler

Entrevista

Peter Myler: “Es difícil conseguir dinero para investigar enfermedades poco conocidas”

El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cooperación al Desarrollo ha sido concedido en su novena edición a los investigadores Pedro Alonso y Peter Myler, por el papel clave de ambos en la lucha contra las enfermedades infecciosas que afectan a millones de personas en países en desarrollo, causando cientos de miles de muertes, sobre todo en niños. El trabajo de Alonso se ha traducido en avances que ya se aplican hoy, y que han hecho posible reducir en un 60% la mortalidad por malaria en los últimos 15 años. La investigación de Myler es considerada indispensable para el desarrollo de cualquier futuro fármaco o vacuna contra estas enfermedades a menudo llamadas de los pobres, u olvidadas.

“Creemos que contra estas enfermedades no existe una bala mágica”, ha explicado el presidente del jurado Joachim von Braun. “Por eso hemos querido reconocer los logros que se obtienen desde frentes distintos, como son la perspectiva clínica y la investigación más básica”. La primera, representada por las contribuciones de Alonso, determina los resultados que se están obteniendo en el presente; la segunda es una base fundamental de los futuros avances.

En el caso de Pedro Alonso (Madrid, 1959) el jurado destaca dos contribuciones: la demostración en los años ochenta de que las mosquiteras impregnadas con insecticida protegen contra la malaria, y el ensayo de vacunas contra esta enfermedad en la primera década del siglo XXI. Ambas contribuciones, señala el acta, “emergen ahora como los dos pilares principales en la lucha contra la malaria”. Alonso, catedrático de Salud Internacional en la Universidad de Barcelona, es el actual director del Programa Mundial de la Malaria de la Organización Mundial de la Salud en Ginebra (Suiza).

Peter Myler (Rockhampton, Australia, 1956) es pionero en la aplicación de la tecnología genómica más avanzada a las enfermedades endémicas de países en desarrollo. En 2005 logró secuenciar el genoma de los parásitos causantes de dos de estas enfermedades: la leishmaniasis y el mal de Chagas. “Estos avances abren la vía al desarrollo de nuevos fármacos para combatir estas y potencialmente otras enfermedades infecciosas”, afirma el acta. Myler es director e investigador principal en el Centro de Genómica Estructural para Enfermedades Infecciosas en Seattle (Estados Unidos).

“Las innovaciones aportadas por los abordajes pioneros de los dos galardonados serán críticas para el desarrollo de estrategias más eficaces en la reducción de la carga que suponen las enfermedades infecciosas para los países en desarrollo”, prosigue el acta.

Seis millones de muertes evitadas

Pedro Alonso ha resaltado “la importancia de que este premio reconozca la multidisciplinariedad y la complementariedad de diferentes estrategias para abordar un problema tan complejo como la lucha contra estas enfermedades infecciosas. El enfoque multidisciplinar es la clave del éxito, me parece fundamental la contribución de la biología más básica y las nuevas herramientas de la genómica”.

La malaria o paludismo es una enfermedad parasitaria que cada año contraen 200 millones de personas, de las que fallecen 400.000, en su gran mayoría niños africanos. Es la cuarta causa de muerte infantil en el mundo. Además, su gran impacto económico dificulta enormemente el desarrollo de los países afectados. Se transmite por la picadura de mosquitos de la especie Anopheles infectados a su vez con el parásito Plasmodium. Todavía no hay disponible ninguna vacuna que evite el contagio. Sin embargo, en los últimos 15 años se ha logrado una reducción de hasta el 60% en la mortalidad por malaria, lo que se traduce en unos 6 millones de muertes evitadas, la mayor parte de niños de menos de 5 años. Este logro se debe principalmente a la medida preventiva más extendida hoy día: el uso de mosquiteras impregnadas con insecticida de larga duración.

El trabajo de Pedro Alonso en este punto ha sido crucial: “Tuve el honor de dirigir el primer estudio que contra todo pronóstico demostró que el uso de mosquiteras impregnadas con insecticida era muy eficaz”, explica él mismo. “Hoy se ha convertido en la herramienta central en la lucha contra la malaria. Se trata de una tecnología de bajo coste pero de enorme impacto”.

Los resultados del ensayo dirigido por Alonso en Gambia sobre la eficacia de las mosquiteras se publicaron en 1991 en The Lancet. Hasta entonces la estrategia se consideraba controvertida. Los escasos estudios realizados habían aportado evidencias confusas, y en las zonas en que ya se usaban las mosquiteras la práctica estaba a punto de ser abandonada. El equipo de Alonso zanjó la polémica, probando que los niños que duermen bajo mosquiteras con insecticida se infectan menos de malaria.

Ese primer resultado fue corroborado por otros ensayos auspiciados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Durante la pasada década se distribuyeron más de mil millones de estas mosquiteras.

En cuanto al desarrollo de una vacuna contra la malaria, durante la primera década de este siglo Alonso lideró los primeros estudios que demostraban que la vacunación efectivamente puede ser una estrategia efectiva, algo que no estaba claro.

Además, Alonso ha dirigido el ensayo de la vacuna considerada hoy más avanzada, la primera sobre la que la Agencia Europea del Medicamento emite una opinión positiva. A finales de 2016 la OMS anunció que la vacuna RTS,S –de nombre comercial Mosquirix-, se aplicará en proyectos piloto en tres países de Africa subsahariana a partir de 2018.

“La vacuna que tenemos ahora no es perfecta, de hecho es bastante imperfecta”, dice Alonso. “Pero es lo suficientemente buena como para que la OMS considere que se puede iniciar un programa de ensayos en tres países africanos con centenares de miles de niños”.

Genómica contra enfermedades olvidadas

Peter Myler es consciente de que el trabajo en su área “es esencial para el desarrollo de futuros fármacos contra estas enfermedades e incluso de vacunas”, lo que no duda que se conseguirá, si bien resalta que los parásitos son enemigos muy sofisticados. “El genoma es como el libro de instrucciones de un organismo que nos permite conocer todos sus mecanismos internos para hallar nuevas herramientas capaces de combatirlo con eficacia”, explica.

Él empezó su carrera en Australia trabajando con malaria. Viajó a Estados Unidos para una estancia postdoctoral al mismo centro donde actualmente dirige un programa que emplea las más modernas técnicas de genómica y biología computacional para entender “el funcionamiento de los parásitos a nivel molecular”. El conocimiento básico que aporta su trabajo ha permitido identificar decenas de nuevas dianas farmacológicas, y “es indispensable para los cientos de grupos de investigación en todo el mundo” que trabajan en el área.

Ya hay varios fármacos en ensayo producto de las aportaciones de Myler, pero él advierte de que ninguno de ellos será la solución definitiva contra estas enfermedades: “El problema es que los parásitos están continuamente volviéndose resistentes, por lo que siempre tendremos que estar desarrollando nuevos fármacos”.

Los parásitos con que más ha trabajado, Leishmania y Trypanosoma cruzi, causan la muerte de decenas de miles de personas cada año. La incidencia de la leishmaniasis cutánea, la forma más común de esta enfermedad, se estima en millón y medio de casos cada año principalmente en el Norte de África, Oriente Medio y Noroeste de India y China. Trypanosoma causa la enfermedad de Chagas, que afecta a entre 6 y 7 millones de personas la mayoría en América Latina. Otra de sus variantes provoca la enfermedad del sueño, en África.

Tanto Myler como Alonso han defendido la necesidad de potenciar la investigación en la lucha contra estas enfermedades. Para Alonso, “es una obligación de las sociedades avanzadas como España contribuir a luchar contra estas enfermedades que afectan a los países más pobres. Hay soluciones para ellas, pero sólo si ponemos los recursos necesarios el avance del conocimiento”. Myler, por su parte, se lamenta de que enfermedades como la leishmaniasis “apenas se conocen”, y considera fundamental que “la sociedad tome conciencia de su importancia para lograr los recursos económicos necesarios para combatirlas con eficacia”.