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Marvin Minsky: “Deberíamos concentrarnos en estudiar el cerebro de los animales pequeños, como una libélula”

Marvin Minsky, ganador del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Tecnologías de la Información y la Comunicación por contribuir a crear el campo de la Inteligencia Artificial, considera “una gran pérdida de tiempo” concentrar esfuerzos y recursos en grandes programas de investigación sobre el cerebro humano, al estilo de los puestos en marcha por Estados Unidos y la Unión Europea. “Lo que deberíamos hacer es estudiar cómo funciona el cerebro de animales pequeños, como una libélula, por ejemplo”.

16 junio, 2014

Minsky, de 87 años, catedrático emérito de Media Arts and Sciences en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), recogerá su galardón mañana por la tarde, en la ceremonia que se celebrará en la sede de la Fundación BBVA en Madrid. El premio se le ha concedido por haber contribuido a la creación de la Inteligencia Artificial. El acta del jurado recoge que Minsky ha trabajado “en sistemas que integran la robótica, el lenguaje, la percepción y la planificación”, entre otros ámbitos, y sus desarrollos “han conformado el campo de la inteligencia artificial”.

“Pocas personas encarnan el espíritu de los premios Fronteras del Conocimiento como Marvin Minsky, que no solo ha creado un nuevo campo sino que ha impulsado su avance durante décadas”, ha dicho esta mañana en rueda de prensa Rafael Pardo, director de la Fundación BBVA.

Minsky ha explicado por qué no es acertado el enfoque actual en grandes programas de investigación sobre el cerebro humano: “Vale más dedicar menos dinero a muchos proyectos pequeños, que mil millones de dólares a un único proyecto para estudiar el cerebro humano”

“Vale más dedicar menos dinero a muchos proyectos pequeños, que mil millones de dólares a un único proyecto para estudiar el cerebro humano”

, ha dicho. “La razón es que estas personas aún no saben qué buscar”.

Minsky sigue siendo fiel a su visión del cerebro humano como una “máquina de carne”: “¿Qué somos las personas sino máquinas muy evolucionadas?”, se ha preguntado esta mañana. Y también sigue convencido de que las máquinas acabarán superándonos en inteligencia.

Pero la inteligencia artificial ha avanzado mucho más lentamente de lo que se creía en sus inicios, y una de las causas, según Minsky, es la falta de impulso a la investigación básica. “Los grandes avances en Inteligencia Artificial se dieron entre los años sesenta y ochenta del pasado siglo”, ha dicho Minsky, pero superada esta “edad de oro” de la Inteligencia Artificial, “la investigación se paró en la universidades”.

Minsky ha comentado la “extraña paradoja” de que en sus inicios la inteligencia artificial, y en general los avances en ciencias de la computación, estuvieran amparados por la investigación militar, que tras la Segunda Guerra Mundial gozaba de amplios fondos y escaso control, justo “lo contrario de lo que ocurre con la investigación civil”, en la que hay que justificar en muy poco tiempo los fondos que reciben los investigadores. Así sucede que la investigación militar acaba siendo “más libre y creativa” que la civil.

En esa línea, Minsky ha insistido en que para impulsar el avance de la inteligencia artificial es necesario “apoyar más a la gente con buenas ideas”, en especial a los jóvenes, para los que hoy es difícil investigar en proyectos de largo plazo. “Muchas instituciones dicen que apoyan la investigación independiente, pero la realidad es que la mayoría la dificultan”, dijo. Sobre los hipotéticos peligros que se deriven de las máquinas inteligentes en el futuro,

Minsky ha comentado que “cualquier nuevo sistema complejo puede sufrir accidentes, sobre todo al principio. Todo el mundo entiende que el progreso implica asumir ciertos riesgos”. El punto de equilibrio está, en su opinión, en decidir qué riesgos puede asumir la sociedad. “Si quiere usted una respuesta mejor, pregunte a su político favorito, le deseo buena suerte”, dijo.

El pasado febrero, tras conocer el fallo del jurado, Minsky comparó el ritmo de evolución de las máquinas con el de las personas: “La inteligencia de los ordenadores seguirá aumentando, y en cada aspecto de la cognición, de la vida, en su capacidad para resolver problemas [las máquinas] seguirán mejorando. Las personas también mejorarán un poco, pero con ellas hay un problema: cuando muere alguien muy bueno en algo, ese conocimiento se pierde, porque aún no tenemos una representación explícita de cómo hace el cerebro humano las tareas complejas”.