Por sus trabajos pioneros en la teoría de subastas
Nobel de Economía para Paul Milgrom y Robert Wilson, Premios Fronteras del Conocimiento en 2013 y 2016
Los estadounidenses Paul R. Milgrom y Robert B. Wilson han obtenido este lunes el Premio Nobel de Economía 2020, “por sus mejoras en la teoría de subastas y la invención de nuevos formatos de la teoría de subastas”, según ha anunciado la Academia Sueca. Ambos fueron galardonados previamente con el Premio Fronteras del Conocimiento en Economía, Finanzas y Gestión de Empresas, Milgrom en 2013 y Wilson en 2016.
12 octubre, 2020
En su quinta edición, el Premio Fronteras fue concedido al profesor Milgrom (Detroit, Michigan, EEUU, 1948), catedrático de Economía de la Universidad de Stanford, “por sus contribuciones pioneras en una inusualmente amplia variedad de campos de la economía, como las subastas, el diseño del mercado, los contratos e incentivos, la economía industrial, la economía de las organizaciones, las finanzas y la teoría de juegos”, según señaló el acta del jurado. “Su contribución sobre la teoría de la subasta es la más conocida. En ésta, ha analizado temas de diseño, licitación y resultados de las subastas con diferentes mecanismos”, agregó el jurado del Premio Fronteras, destacando la contribución por la que ahora ha sido reconocido con el Nobel.
Tres años después, en su octava edición, el galardón de la Fundación BBVA se otorgó al profesor Wilson (Geneva, Nebraska, EEUU, 1937), también catedrático de Economía de la Universidad de Stanford, por “sus pioneras contribuciones al análisis de las interacciones estratégicas cuando los agentes económicos tienen información limitada y desigual acerca de su entorno”, según señaló el jurado, agregando que “su investigación en subastas, fijación de tarifas eléctricas, reputaciones e interacciones dinámicas bajo estas circunstancias informativas ha sido clave en esta área y han marcado el análisis económico actual”.
Milgrom ha diseñado mecanismos para subastas de productos o servicios complementarios, prestando especial atención a las aplicaciones prácticas, como en el caso de las subastas del radio espectro. El catedrático de Stanford dio el salto de la teoría de juegos al mercado real a mediados de los años 90.
Wilson, por su parte, también puso en práctica sus conocimientos en teoría de juegos para mejorar el diseño de los mercados y las subastas, en particular en los sectores del petróleo, las telecomunicaciones y la industria energética. El desarrollo de subastas de derechos de prospección de petróleo en la Costa de California le llevó a ser el primero en estudiar y diseñar subastas con entornos asimétricos. También fue pionero en analizar subastas con información privada de bienes divisibles, que hoy en día se utilizan para subastar dinero y son la base de las subastas que fijan el precio mayorista de la electricidad.
Impacto en el mercado eléctrico
Pero fue en el mercado eléctrico donde la huella de ambos galardonados está más presente, porque muchos de los elementos de los mercados eléctricos liberalizados que tenemos hoy en día como las subastas de generación, las tarifas no lineales, etc. están relacionados con sus contribuciones. Más aún, sus aportaciones a la teoría de subastas y al diseño de mercados han permitido a muchos gobiernos mejorar la eficiencia de las adjudicaciones y los sectores estratégicos, mejorando el bienestar de todos los ciudadanos.
A mediados de los años 90, la compañía telefónica Pacific Bell, de California, pujaba en una subasta organizada por la Federal Communications Commission (FCC) de Estados Unidos. Tras criticar el diseño de la subasta, que no era buena ni para los organizadores ni para los pujadores, Wilson y Milgrom presentaron una propuesta alternativa que la FCC asumió.
Se trata de la subasta de rondas múltiples simultáneas (SMR por sus siglas en inglés). En lugar del clásico sistema a sobre cerrado, recomendaron un sistema de pujas abiertas, en el que cada empresa pudiera ver lo que las demás estaban ofreciendo, combinado con reglas para evitar monopolios. La subasta -pensada para la entonces nueva generación de dispositivos formada por teléfonos móviles y agendas electrónicas con acceso a internet- se saldó con un récord histórico de 7.000 millones de dólares y la demostración práctica de que la teoría de juegos era útil en la adopción de decisiones estratégicas.