En la categoría de Humanidades y Ciencias Sociales
Premio Fronteras del Conocimiento a Elke Weber por sus investigaciones sobre la toma de decisiones medioambientales y los factores que motivan la acción contra el cambio climático
El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Humanidades y Ciencias Sociales en su XVI edición se ha otorgado a la psicóloga Elke Weber (titular de la Cátedra Gerhard R. Andlinger de Energía y Medio Ambiente y catedrática de Psicología y Asuntos Públicos en la Universidad de Princeton) por haber estudiado “la toma de decisiones medioambientales y las respuestas humanas al cambio climático desde una perspectiva interdisciplinar que se nutre de la psicología, la neurociencia, la economía del comportamiento, la sociología y la ciencia medioambiental”.
17 abril, 2024
El jurado destaca que las contribuciones de la profesora Weber se pueden resumir en tres ideas fundamentales: que los fenómenos climáticos extremos, como los huracanes, son más proclives a motivar la acción de las personas que el cambio climático como concepto general; que el miedo o la culpa por el cambio climático son emociones que no movilizarán a la gente, ya que lo que se necesita es “fomentar respuestas sostenidas” y no emociones que las personas tienden a rechazar; y que tener una experiencia personal directa del impacto negativo del cambio climático tiene un efecto movilizador mucho mayor que el de las meras estadísticas sobre el fenómeno del calentamiento global.
El acta destaca que Weber “también es una influyente asesora de política ambiental y participa ampliamente en foros como el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas”, en el que, de hecho, fue pionera al introducir por primera vez la psicología como un campo fundamental desde el que combatir este desafío ambiental en el año 2010. El premio a la Profesora Weber –finaliza el jurado– está también motivado por “su capacidad para extraer ideas de una amplia gama de disciplinas y utilizarlas para ponerlas en práctica en acciones consecuentes que beneficien a todo el mundo”.
Los nominadores de la profesora Weber –Susan Fiske, premio Fronteras del Conocimiento en Humanidades y Ciencias Sociales en su edición XII; y Simon Asher Levin, premio Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación en su edición XIV– destacan que “ha descubierto que la toma de decisiones de las personas sobre la acción medioambiental y climática depende mucho más de las normas sociales percibidas que de actitudes personales estables, una idea que está transformando rápidamente nuestra comprensión de lo que motiva la acción social positiva y cómo diseñar intervenciones conductuales y políticas para lograr ese objetivo.”
“Combina y vencerás”
A mediados de los años ochenta, la profesora Weber comenzó sus primeros trabajos en teoría de toma de decisiones e incertidumbre aplicada al mundo financiero. Posteriormente obtuvo su primera posición académica en la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, donde el decano le encargó que uniera a todos los investigadores del campus que estuvieran trabajando sobre la toma de decisiones, independientemente de su campo de especialización. Fue entonces cuando Weber acuñó la expresión que posteriormente ha repetido en numerosas ocasiones y que refleja la importancia que para ella tiene la idea de traspasar las líneas que marcan las disciplinas científicas para poder abordar un objeto de una manera completa: “Combina y vencerás”.
En ese contexto organizó una serie de reuniones de trabajo de las que surgió un estudio de campo sobre la percepción que los agricultores de la región tenían sobre el cambio climático: “Tres economistas del comportamiento, expertos en agricultura, tenían un proyecto de la Fundación Nacional de Ciencias y necesitaban a un psicólogo para conducir las entrevistas”, explica. A través de esas encuestas, Weber descubrió que los agricultores que trataban de luchar contra los efectos que el cambio climático tenía sobre sus cosechas lo hacían o bien cambiando sus métodos de producción, o bien con medios financieros como seguros o pólizas de préstamo, o intentaban promover cambios en las legislaciones de sus localidades. “Resultó que la gente estaba haciendo una de esas tres cosas, pero no las tres juntas”, destaca, de lo que resultó uno de sus primeros conceptos fundamentales, “el sesgo de la acción única”, la idea de que la combinación de las posibles estrategias es más eficaz que cada una de ellas por separado.
En esa época también llegó a la conclusión de que “en cierto sentido, el cambio climático es una tormenta perfecta. Todas las cosas que nos dificultan el comportamiento en otras situaciones, como no comer bien o no ahorrar lo suficiente para nuestra jubilación, están ahí con el cambio climático, en el sentido de que la acción es costosa ahora mismo y los beneficios de las acciones llegarán más tarde. Pero al menos con una alimentación sana y la inversión, las consecuencias vuelven a ti, a tu yo futuro. Pero en el caso del cambio climático, la gente percibe que afectará a las generaciones futuras en lugares lejanos. Así que también hay un componente de acción colectiva. Y al mismo tiempo la atribución es mucho más difícil. Es una cuestión compleja y difícil de abordar desde un punto de vista científico”.
“Ninguna disciplina tiene todas las respuestas”, considera la catedrática de Psicología y Asuntos Públicos en Princeton. “Necesitamos respuestas desde la ingeniería, desde la economía, pero también necesitamos la acción individual y la acción colectiva. Y creo que el gran avance de los últimos 20 años ha sido la economía del comportamiento, al comprender que no todas las decisiones que se toman, incluso por parte de los responsables políticos, son racionales”. “Los actores políticos y económicos –continúa– son personas como todos nosotros, tienen sentimientos y normas de conducta. Y si no tenemos en cuenta todas las formas en que los humanos procesan la información y toman sus decisiones, en muchos sentidos estamos dejando de utilizar herramientas fundamentales”.
Los factores que más pueden movilizar a la toma de decisiones climática
En su artículo publicado en la revista Climatic Change en el año 2006 ‘Experience-Based and Description-Based Perceptions of Long-Term Risk: Why Global Warming Does Not Scare Us’ (‘Percepciones del riesgo a largo plazo basadas en la experiencia y en la descripción: Por qué el calentamiento global no nos asusta’) la profesora Weber resume en tres ideas fundamentales su investigación sobre la percepción y la acción frente al cambio climático.
La primera de ellas es que el cambio climático no suscita tanto miedo como otros fenómenos extremos más concretos, “como los huracanes o los incendios forestales”, tal y como ejemplifica Weber, y por tanto es menos probable que motive la acción sin una mayor intervención. “El cambio climático –desarrolla– es un fenómeno estadístico, y sabemos que a los humanos nos importan los relatos. Nos importan las historias. Nos importan las cosas que nos pasan personalmente”.
En segundo lugar, Weber introduce la esfera emocional: en su opinión, el relato pesimista de que se ha superado el punto de no retorno en la acción climática es contraproducente. Por el contrario, lo que según su investigación funciona para motivar a la gente a pasar a la acción son las emociones positivas. “En lugar de sentirte culpable porque eres parte del problema, te sientes orgulloso porque eres parte de la solución. Creo que el mensaje realmente importante que hay que transmitir es que es posible actuar. Es un problema difícil. Es un problema perverso. Pero sabemos lo que hay que hacer en términos de energías renovables, en términos de energía nuclear, en términos de captura de carbono… Y sabemos que no nos va a llevar a la quiebra. Va a ser muy bueno para algunos sectores de la economía. Y además, el comportamiento individual en el sector privado puede marcar diferencias. Así que creo que un mensaje muy importante que se debería trasladar a los medios de comunicación es decirle a la gente cuáles son las acciones más eficaces que pueden tomar en sus puestos de trabajo y como ciudadanos en su país”.
El tercero de los elementos que incorpora la investigación de Weber es el de la cercanía de la experiencia: para Weber, la forma más eficaz de concienciar a la gente es la experiencia personal. “Cuando ves que ocurre en tu patio trasero –destaca–, cuando ves que los huracanes se vuelven mucho más intensos y llegan cada dos semanas en lugar de dos por temporada… Creo que la experiencia personal es un maestro muy poderoso”.
La primera psicóloga en unirse al IPCC
Hasta el año 2010, ningún experto del área de la psicología se había incorporado al IPCC. Weber fue la primera, en un equipo de miles de científicos: “Había más filósofos morales que psicólogos. En parte, se debía a que los economistas pensaban que sabían cómo las personas toman decisiones: de manera racional, y así no hacían falta psicólogos”. A este respecto, Weber se considera “como una misionera de la teoría de la decisión conductual”. A su primera aportación en el panel le han seguido muchas otras: “Y ahora –destaca– tenemos por primera vez un capítulo independiente sobre soluciones del lado de la demanda y procesos sociales. Así que, en un ciclo de siete años, se han logrado enormes avances”.
Nominadores
La investigadora premiada fue nominada por Susan Fiske, titular de la Cátedra Eugene Higgins de Psicología y Asuntos Públicos en la Universidad de Princeton y premio Fronteras del Conocimiento en Humanidades y Ciencias Sociales; y Simon Asher Levin, catedrático universitario distinguido James S. McDonnell en Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Princeton y premio Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación.
Jurado y Comité Técnico de Humanidades y Ciencias Sociales
El jurado de esta categoría ha estado presidido por Simone Schnall, catedrática de Psicología Social Experimental en la Universidad de Cambridge (Reino Unido); y ha contado como secretario con Brian Parkinson, catedrático de Psicología Social en la Universidad de Oxford (Reino Unido). Los vocales han sido Isabel Burdiel, catedrática de Historia Contemporánea en la Universitat de València (España); Bruno Cautrès, Research Fellow del Centro Nacional de Investigación Científica en CEVIPOF-Universidad Sciences Po (Francia); y Cees Midden, catedrático emérito de Interacción Humano-Tecnología en la Universidad Técnica de Eindhoven (Países Bajos).
En cuanto al Comité Técnico de Apoyo, ha estado coordinado por Sebastian Rinken, científico titular en el Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA, CSIC), e integrado por Héctor Cebolla Boado, investigador científico en el Instituto de Economía, Geografía y Demografía (IEGD-CCHS, CSIC); Marta Fraile Maldonado, científica titular y vicedirectora en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos (IPP-CCHS, CSIC); y Ana López Sala, investigadora científica en el Instituto de Economía, Geografía y Demografía (IEGD-CCHS, CSIC).
Sobre los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento
La Fundación BBVA tiene como foco de su actividad el fomento de la investigación científica y la creación cultural de excelencia, así como el reconocimiento del talento.
Los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, dotados con 400.000 euros en cada una de sus ocho categorías, reconocen e incentivan contribuciones de singular impacto en la ciencia, la tecnología, las humanidades y la música, en especial aquellas que amplían significativamente el ámbito de lo conocido en una disciplina, hacen emerger nuevos campos o tienden puentes entre diversas áreas disciplinares. El objetivo de los galardones, desde su creación en 2008, es celebrar y promover el valor del conocimiento como un bien público sin fronteras, que beneficia a toda la humanidad porque es la mejor herramienta de la que disponemos para afrontar los grandes desafíos globales de nuestro tiempo y ampliar la visión del mundo de cada individuo. Sus ocho categorías atienden al mapa del conocimiento del siglo XXI, desde el conocimiento básico hasta los campos dedicados a entender e interaccionar el entorno natural, pasando por ámbitos en estrecha conexión, como la Biología y la Medicina o la Economía, las tecnologías de la información, las ciencias sociales y las humanidades, y un área universal del arte como la música.
En esta familia de premios la Fundación BBVA cuenta con la colaboración de la principal organización pública española de investigación, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que designa Comités Técnicos de Apoyo, integrados por destacados especialistas del correspondiente ámbito de conocimiento, que llevan a cabo la primera valoración de las candidaturas, elevando al jurado una propuesta razonada de finalistas. El CSIC designa, además, la presidencia de cada uno de los ocho jurados en las ocho categorías de los premios y colabora en la designación de todos sus integrantes, contribuyendo así a garantizar la objetividad en el reconocimiento de la innovación y excelencia científica.