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Steve Reich: “Es un error hacer una distinción estricta entre música culta y popular”

Steve Reich, galardonado en la categoría de Música Contemporánea de la VI edición de los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, es uno de los principales representantes de la música culta estadounidense. Cuando se le pregunta sobre los rasgos que definen a esta última y sus diferencias con las creaciones europeas, no duda: “Pienso que los compositores clásicos americanos de hoy en día estamos más orientados hacia la armonía y, por tanto, resultamos más comprensibles para el gran público que algunos de nuestros contemporáneos europeos que han seguido la línea estética de Stockhausen, Berio y Cage. También somos más rítmicos y esto es algo que gusta a la gente”.

16 junio, 2014

En el encuentro con medios de comunicación que ha mantenido hoy en el Palacio del Marqués de Salamanca, sede madrileña de la Fundación BBVA, ha detallado que, en su opinión, “es un error hacer una distinción estricta entre música culta y popular, cuando lo que ocurre, más bien, es que ambas se están fusionando. Hoy tenemos músicos que han recibido una formación extraordinaria en los mejores conservatorios y tocan rock and roll!”.

Steve Reich, que mañana participará en la ceremonia de entrega de los Premios Fronteras del Conocimiento, insiste en que “la relación entre música culta y popular ha sido la norma en la historia de la música.

“La relación entre música culta y popular ha sido la norma en la historia de la música.”

Todos los grandes autores del Renacimiento, desde Dufay a Palestrina, tenían que escribir su Misa de L’homme armé, que adaptaban canciones populares francesas bellísimas. Los grandes autores del barroco escribían, sin excepción, zarabandas, versiones estilizadas de danzas populares. La Sinfonía número 104, Londres, de Hayden es una canción austriaca. La música de Bartók -incluida la abstracta, como en los cuartetos de cuerda- requeriría de un bisturí para separarla del folclore húngaro y hoy sabemos que la de Stravinksy se nutre muchísimo de canciones populares rusas.

En mi país, Charles Ives era un organista y en una de sus mejores obras, ‘Three places in New England’, oímos lo que tocaba en las iglesias. Ese mismo espíritu está presente en The Threepenny Opera de Kurt Weill, que es el cabaré de la República de Weimar; y de Gershwin es difícil distinguir si mejor como compositor o como escritor de canciones, porque es las dos cosas. A lo largo de la historia la norma ha sido combinar música culta y popular. Solo en momentos anormales -una época que empezó con Schoenberg- se cerró la puerta que comunicaba ambas y eso fue una locura. Mi generación ha tenido la suerte de abrir otra vez la ventana. Y no fue una revolución: fue una restauración, un volver a la normalidad, a la armonía, al ritmo y a la melodía. Lo hicimos de una manera nueva, sí, pero restaurando valores que han estado siempre en la música occidental”.

El jurado que le otorgó el Premio Fronteras del Conocimiento el pasado mes de febrero hizó hincapié en que ha aportado “una nueva concepción de la música, apoyada en la utilización de elementos realistas, vinculados a la vida cotidiana, y elementos provenientes de las músicas tradicionales de África y Asia”. Reich “ha abierto nuevas vías, creando un diálogo entre cultura popular y culta, entre modernidad occidental y tradiciones extraeuropeas, logrando una feliz combinación de complejidad y transparencia”.