En la categoría de Humanidades y Ciencias Sociales
Premio Fronteras del Conocimiento a Steven Pinker y Peter Singer por sus innovadoras contribuciones académicas en el ámbito de la racionalidad y el progreso moral que han logrado un alto impacto en el espacio público
El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Humanidades y Ciencias Sociales ha sido concedido a Steven Pinker (Universidad de Harvard) y Peter Singer (Universidad de Princeton) por haber realizado innovadoras contribuciones académicas en el ámbito de la racionalidad y en el dominio de lo moral, respectivamente, que han logrado un amplio impacto en la esfera pública.
9 marzo, 2023
“Steven Pinker” –detalla el jurado– “ha compaginado logros muy destacados en psicología cognitiva evolucionista con análisis sumamente perspicaces de las condiciones del progreso humano. Su visión de este progreso ofrece una perspectiva optimista anclada en la razón, la ciencia y el humanismo”.
La presidenta del jurado, Carmen Iglesias, catedrática de Historia de las Ideas y Formas Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, directora de la Real Academia de la Historia y académica de número de la Real Academia Española, ha destacado sobre los premiados que “a ambos pensadores les une la profundidad, la brillantez, el empleo de la racionalidad y el avance de un progreso moral que han sabido destacar en sus libros y han extendido a toda la sociedad”.
José Manuel Sánchez Ron, catedrático emérito de Historia de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid y académico de número de la Real Academia Española, que ha actuado como secretario del jurado, ha señalado: “Son dos pensadores muy distinguidos que al mismo tiempo que han contribuido al ámbito académico, se han caracterizado por mirar a aquello que pueda servir para la mejora de la sociedad; en el caso de Singer, centrado en la consideración ética de los animales, entendiéndolos como unos seres con los que los humanos compartimos mucho, y en el caso de Pinker, combinando una serie de disciplinas, desde la psicología al pensamiento evolucionista, pero de nuevo también pensando en el progreso de la humanidad”.
José Muñiz, catedrático de Psicometría, rector de la Universidad Nebrija y nominador de Pinker, considera que “su gran éxito ha sido, partiendo de un trabajo académico robusto y desde sus publicaciones más técnicas sobre el lenguaje, ampliar sus temas de análisis a cuestiones trascendentes y transversales en sus libros más influyentes referidos a la racionalidad y la Ilustración, y explicarlo de una forma accesible con la que ha llegado a públicos amplios”.
“El premiado”, señala Muñiz, “se enmarca en la psicología evolucionista, en la que lo humano se ha ido modulando en función de las exigencias de la evolución, y en esa historia la racionalidad no siempre ha estado presente. Pero Pinker ha explicado muy bien que es precisamente la racionalidad la que nos ha hecho progresar como especie y afrontar retos buscando las soluciones en el conocimiento científico”.
“La racionalidad apoyada por el conocimiento científico, tal y como nos lo explica Pinker, es el arma más poderosa para buscar la veracidad y evitar caer en la avaricia cognitiva y los sesgos inconscientes que estudiaron Susan Fiske y Shelley Taylor (ganadoras del Premio Fronteras del Conocimiento en Ciencias Sociales en 2020). Pinker encaja perfectamente en este premio porque es un humanista capaz de unir ciencia y cultura y que en un artículo reciente hacía esta advertencia: ‘humanistas, no os equivoquéis de enemigo. La ciencia no es vuestro enemigo’”.
Sobre Peter Singer, el acta destaca que es uno de los filósofos morales aplicados más influyentes de la actualidad: “marcó un punto de inflexión al extender y fundamentar la ética aplicándola al dominio de los animales, con notables consecuencias para la legislación internacional sobre el bienestar animal y el progreso moral”.
En palabras de Luis M. Valdés Villanueva, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Oviedo y nominador del filósofo galardonado, “existe un antes y un después de Singer en la consideración moral de los animales. Está fuera de discusión el enorme impacto que ha tenido en la fundamentación de los movimientos en favor del bienestar animal y en las legislaciones que se han desarrollado en varios países para garantizarlo”.
Steven Pinker: de las noticias a los datos, el poder de la racionalidad
La mayoría de las personas, advierte Steven Pinker, construyen su imagen de la realidad a partir de las noticias – generalmente una sucesión de crímenes, conflictos y catástrofes terribles – con las que les inundan todos los días a través de los medios de comunicación. Sin embargo, el catedrático de Psicología de Harvard ha dedicado buena parte de su obra a demostrar hasta qué punto esto distorsiona nuestra percepción del mundo y de las capacidades del ser humano.
“Las noticias nos engañan sistemáticamente”, afirma, “porque son un sondeo aleatorio de las peores cosas que han ocurrido en el planeta Tierra en un día cualquiera. Esto alimenta nuestro sesgo de disponibilidad, es decir, lo que es fácilmente accesible a nuestra mente es lo que pensamos que es más común o recurrente, y por ello al leer continuamente sobre ataques terroristas, hambrunas y guerras, pensamos que se están incrementando. Pero si cambias tu percepción del mundo pasando de las noticias a los datos, descubres que en realidad la situación del mundo es mucho mejor de lo que creías”.
Frente a la visión catastrofista que, según su visión, predomina, no solo en los medios sino también en muchos círculos del mundo académico, Pinker ha defendido – y documentado – a lo largo de su trayectoria el poder de la racionalidad como principal fuerza impulsora del progreso material y moral de la sociedad.
“Las cosas buenas”, explica, “suelen lograrse gradualmente, como que cada día 137.000 personas se liberan de la pobreza extrema. Al mismo tiempo, hay muchas cosas que no ocurren, como por ejemplo todas las regiones del planeta donde no hay una guerra en estos momentos, que no están recogidas en las noticias, pero sí pueden visibilizarse con datos”.
Una insólita naturaleza compatible con el progreso
Pinker inició su carrera investigadora en psicología cognitiva experimental, analizando cómo los niños adquieren el lenguaje, la capacidad más distintiva del ser humano. Inspirado en parte por Noam Chomsky, galardonado en 2019 con el Premio Fronteras del Conocimiento en Humanidades, defendió en su libro El instinto del lenguaje (1994) que “esta capacidad es un producto de la selección natural, una adaptación darwiniana para la comunicación y la sociabilidad”.
Posteriormente – frente a la tendencia de muchos investigadores en el campo de las humanidades y las ciencias sociales a negar la existencia de la naturaleza humana, con el argumento de que la mente es como una hoja en blanco, infinitamente moldeable por la sociedad y la cultura –, Pinker argumentó en La tabla rasa (2002) que sí nacemos con una programación biológica, una herencia genética que condiciona, al menos en parte, nuestro comportamiento y nos predispone a actuar de determinadas maneras. No obstante, sin negar u obviar el lado oscuro de la naturaleza humana, Pinker también puso el foco sobre las insólitas capacidades biológicas que poseemos para impulsar el progreso, empezando por el lenguaje y la racionalidad, así como nuestra amplia capacidad para la empatía, no solo con nuestros familiares, sino también con individuos con los que no tenemos parentesco alguno.
“La gente cree equivocadamente que si somos tablas rasas, existe más margen para la mejora de la sociedad, porque si no heredamos las motivaciones agresivas o egoístas de la evolución, podemos programar a la gente para ser cooperativa y pacífica a través de la educación”, explica. “Argumento contra esa visión que la naturaleza humana es compleja y tiene otros componentes que son compatibles con el progreso”.
Pinker admite que tenemos “algunas motivaciones desagradables programadas por la selección natural: la tendencia a la dominación, la venganza o la capacidad para la crueldad o el sadismo”. Al mismo tiempo, sin embargo, poseemos “una capacidad para la racionalidad”, aunque “lo que nos ha proporcionado la naturaleza son los rudimentos, las semillas” que deben cultivarse. Por ello, para Pinker lo que impulsa el progreso es el desarrollo de los ideales, valores e instituciones que “potencian nuestra racionalidad” y nos proporcionan “la capacidad para inhibir y reprimir nuestros instintos más oscuros”.
Un alegato en defensa de los ideales, valores e instituciones de la Ilustración
En sus últimos tres libros – todos ellos grandes éxitos editoriales a escala internacional – Pinker ha presentado un potente alegato en defensa de la racionalidad humana como motor del progreso, documentando los avances que se han logrado a lo largo de los últimos siglos en todos los principales indicadores de bienestar.
El galardonado señala que “siempre hemos tenido capacidades para la empatía, la paz y la cooperación, así como la violencia, la explotación y la crueldad”. Sin embargo, los ideales, valores e instituciones de la Ilustración, que Pinker define como “la aplicación de la racionalidad a la prosperidad humana, a través del conocimiento validado por la ciencia”, han hecho aflorar “los ángeles más benévolos de nuestra naturaleza”, una expresión de Abraham Lincoln con la que tituló su libro de 2017, en el que documentó la notable reducción de guerras, asesinatos y muertes por otras formas de violencia en todo el planeta, a lo largo de la historia.
Cuando Pinker habla de las “instituciones ilustradas” que hacen aflorar lo mejor de la naturaleza humana, se refiere a los gobiernos democráticos con separación de poderes, el estado de derecho, las universidades, hospitales, centros de investigación y sociedades científicas que generan y difunden el conocimiento validado, la prensa libre que vigila los abusos de poder, así como las instituciones políticas internacionales, como la ONU y la Unión Europea, que promueven la cooperación internacional a escala global. “Estas son las instituciones que nos hacen colectivamente más inteligentes que cualquiera de nosotros de manera individual, y al mismo tiempo incentivan nuestra cooperación, con cada uno de nosotros haciendo pequeños sacrificios para aumentar el beneficio colectivo de todos”.
El progreso, un fenómeno “real y medible”
Un año después de lograr un gran eco internacional con Los ángeles que llevamos dentro: El declive de la violencia y sus implicaciones (el título de la edición española), Pinker publicó En defensa de la Ilustración: Por la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso (2018), una obra en la que expandió su análisis sobre la reducción de la violencia a todos los demás indicadores principales de bienestar a escala global: desde la disminución de la mortalidad infantil y la prolongación de la esperanza de vida, hasta la reducción de muertes por hambrunas, desastres naturales o accidentes laborales, el descenso de la pobreza extrema, el incremento de la alfabetización, y el aumento de países con gobiernos democráticos, entre otros.
“Aunque muchos me llaman optimista, en realidad el progreso no es solo una aspiración, no es una cuestión de optimismo, de ver el vaso medio lleno. De hecho, el temperamento de un investigador nunca es un buen motivo para creer nada de lo que dice. Lo que he pretendido demostrar es que el progreso es un fenómeno real, medible, que claramente se refleja en los datos sobre las principales tendencias históricas sobre la condición humana a escala mundial”, explica Pinker. “Pero el progreso no es una fuerza de la naturaleza, sino que se puede atribuir al impacto de los ideales fundamentales de la Ilustración: podemos usar el conocimiento para mejorar el bienestar humano a través de la ciencia”.
Finalmente, en su último libro, Racionalidad: Qué es, por qué escasea y cómo promoverla (2021), Pinker ha expuesto “las herramientas principales de la racionalidad con las que no nacemos, sino que más bien tenemos que aprender y cultivar”, y que “toda persona educada debería conocer, pero ningún libro había recopilado hasta ahora para el público general”, como la lógica y la teoría de la probabilidad.
La racionalidad, para el psicólogo galardonado, importa no sólo “porque nos ayuda a tomar las mejores decisiones en nuestra vida personal”, sino que además importa “para la sociedad en su conjunto porque impulsa el progreso moral”, reflejado en mejoras como la abolición de la esclavitud y avances en los derechos de las mujeres y los homosexuales. Una conclusión que Pinker comparte plenamente con su co-galardonado, Peter Singer: “Creo que mi trabajo complementa su concepto del ‘círculo en expansión’, que fue una gran inspiración para mí. Los datos que he presentado en mis libros muestran que nuestra preocupación por los demás se ha expandido a toda la humanidad, y estoy plenamente de acuerdo en que también debería continuar extendiéndose a todos los seres sintientes”.
Pinker admite que hoy nos enfrentamos a crisis monumentales a escala global, como el cambio climático y las nuevas tensiones geopolíticas desencadenadas por la invasión rusa de Ucrania, pero para él estos desafíos no son motivos para dudar del progreso, sino para continuar aplicando con confianza los ideales, valores e instituciones de la Ilustración: “¿Es inevitable el progreso? Por supuesto que no. El progreso no implica que todo se vuelve mejor para todos, en todas partes, todo el tiempo. Eso sería un milagro, y el progreso no es un milagro, sino resolver problemas. Los problemas son inevitables y las soluciones crean nuevos problemas que a su vez deberán ser resueltos. Los problemas sin resolver a los que el mundo se enfrenta hoy son gigantescos, pero debemos verlos como problemas a resolver, no como apocalipsis en espera. Cuando la racionalidad se pone al servicio de maximizar el bienestar humano, eso es lo que puede impulsar el progreso humano y eso es lo que de hecho ha impulsado el progreso humano”.
Peter Singer: del ‘especismo’ a la ‘expansión del círculo de la ética’
Para Peter Singer, “la frontera de nuestra especie no es una distinción moralmente crucial”, ya que los demás animales con los que compartimos el planeta también pueden sufrir placer y dolor. “El hecho de que los animales no pertenezcan a la especie Homo sapiens no hace que su dolor sea menos importante, desde el punto de vista ético, que el dolor de un miembro de nuestra especie. El dolor es dolor, y es igual de malo, sea cual sea el ser que lo sufra”. Este es el argumento central sobre el que se fundamentó Liberación Animal (1975), el libro de Singer que hace ya casi cinco décadas removió los cimientos de la ética al ampliar el perímetro de la consideración moral a otras especies. El impacto de esta obra no se circunscribió al ámbito académico de la ética aplicada, sino que además ofreció fundamentación conceptual a los movimientos en defensa del bienestar animal a escala internacional.
Aplicando los principios del utilitarismo de Jeremy Bentham y John Stuart Mill, según los cuales el objetivo de la ética debe ser siempre maximizar la felicidad y minimizar el sufrimiento, Singer argumentó que, si los animales son seres sintientes con capacidad para disfrutar del placer y padecer el dolor, no hay ningún otro motivo legítimo para excluirles de nuestra consideración moral.
El propio Bentham había dejado escrito, en un texto pionero de 1789, que con respecto a la posibilidad de que los animales pudieran algún día “adquirir derechos”, la pregunta clave no era “¿pueden razonar?” o “¿pueden hablar?”, sino “¿pueden sentir?”. Singer, siguiendo esta línea de pensamiento, consideró la exclusión de otras especies sintientes de nuestra consideración moral como “especismo”, una forma de discriminación arbitraria como lo son el racismo y el sexismo, que rebaja el estatus moral de las personas por el hecho de pertenecer a una raza distinta o por ser mujer.
Singer recuerda que, durante su propia infancia y adolescencia “ni crecí rodeado de mascotas, ni fui para nada un amante de los animales”. Fue solo cuando conoció, durante su etapa como estudiante doctoral en la Universidad de Oxford, a los 24 años, a un colega estudiante que se había hecho vegetariano, “algo muy inusual en la Europa de los primeros años 70”, que empezó a reflexionar sobre el estatus moral de los animales, hasta que poco después él mismo decidió dejar de comer carne. “Yo mismo soy un ejemplo del poder del razonamiento para cambiar modos de actuar. Fue mi propia capacidad para razonar y pensar, más que mis impulsos emocionales, lo que me llevaron a convertir el maltrato hacia los animales en una de las principales cuestiones éticas a las que he dedicado mi trabajo”.
El sufrimiento de otros seres sintientes, la cuestión clave
“Mi pregunta”, recuerda Singer”, “fue: si hemos rechazado el racismo y el sexismo, y pensamos que todos los humanos tienen unos derechos básicos fundamentales, un estatus moral que nos obliga a no utilizarlos para servir nuestros propios intereses, entonces, ¿por qué trazamos una frontera en nuestra especie? ¿Qué es tan especial o mágico sobre nuestra especie en términos éticos, sobre nuestra pertenencia a la especie Homo sapiens?”
Singer, desarrollando las ideas de Bentham, argumentó que la racionalidad o el uso del lenguaje no podían servir de justificación absoluta para excluir a los animales de nuestra consideración moral, porque de hecho no todos los seres humanos (ya sea por edad, en la primera etapa de la vida, o debido a una discapacidad por enfermedad o accidente) pueden razonar o hablar, pero no por ello les excluimos de nuestro perímetro ético. “La cuestión clave”, concluye Singer, “es el sufrimiento. Somos éticamente responsables con respecto a cómo nos comportamos hacia seres que pueden sufrir, en particular si les provocamos un dolor mayor que los beneficios que recibimos nosotros, que con frecuencia es lo que ocurre en nuestra manera de tratar a los animales”.
Desde esta óptica, en Liberación Animal Singer argumentó que el sufrimiento de los animales -en granjas industriales, actividades recreativas como circos y fiestas populares, y en los experimentos que no pudieran justificarse por sus beneficios para el desarrollo de medicamentos frente a enfermedades graves-, era inaceptable desde el punto de vista ético.
Seis años después de la publicación de Liberación Animal, en El círculo en expansión: Ética, evolución y progreso moral (1981), Singer desarrolló su tesis, argumentando que la extensión del perímetro de consideración moral a los animales ejemplificaba el poder de la razón como fuerza impulsora del progreso ético en la historia de la humanidad, al ampliar nuestra capacidad para la empatía “primero de la tribu a la nación, luego a la raza o grupo étnico, luego a todos los seres humanos y, finalmente, a los animales no humanos”.
Frente a los que pudieran pensar “que la evolución sólo conduce a la selección de individuos que sólo piensan en sus propios intereses y los de sus parientes, porque los genes para tales rasgos tendrían más probabilidades de propagarse”, la aplicación de la racionalidad “nos permite ver que otros, previamente fuera de los límites de nuestra visión moral, son como nosotros en aspectos relevantes. Excluirlos de la esfera de los seres a los que debemos consideración moral puede parecer entonces arbitrario, o simplemente erróneo”.
Un fundamento filosófico para los movimientos y las leyes de bienestar animal
Liberación Animal, un libro traducido a más de 30 idiomas, ha logrado durante las últimas cinco décadas un amplísimo impacto internacional que, tal y como ha señalado el jurado del Premio Fronteras del Conocimiento, ha tenido “notables consecuencias para la legislación internacional sobre bienestar animal y el progreso moral”. El propio Singer destaca que muchas de las prácticas que describió en la primera edición del libro, como por ejemplo “mantener gallinas en jaulas de alambre tan pequeñas que ni siquiera pueden estirar las alas, o mantener terneros o cerdos en establos demasiado estrechos para que puedan darse la vuelta o caminar más de un paso”, hoy son ilegales en toda la Unión Europea y en algunas zonas de Estados Unidos, como California, así como en otros países.
Al mismo tiempo, en el ámbito del uso de animales para la experimentación científica, el filósofo galardonado destaca que hoy “hay más controles y de nuevo la Unión Europea ha sido líder en este ámbito: no está permitido testar cosméticos en animales en este territorio”.
Sin embargo, aunque se han logrado avances significativos, Singer considera que todavía queda “mucho camino por recorrer”. El mayor reto, en su opinión, es mejorar el bienestar animal con respecto a la cría y matanza comercial de animales para la alimentación, porque sigue siendo el ámbito principal donde se produce un abuso injustificable de los animales. “Si nos limitamos a los vertebrados terrestres”, señala Singer, “estamos hablando de entre 70.000 y 80.000 millones de animales producidos cada año. Y si incluimos también al pescado, añadiríamos otros 120.000 millones al total”.
En este sentido, Singer mantiene la esperanza de que la tecnología pueda permitir el desarrollo de productos de origen animal a través de cultivos celulares que produzcan carne sin provocar el sufrimiento de ningún animal, con la ventaja adicional de reducir la amenaza del cambio climático. “Las emisiones de gases de efecto invernadero de la industria cárnica”, señala, “son muy significativas, y si podemos sustituir la carne por alimentos de origen vegetal, o por carne celular, reduciremos drásticamente las emisiones de gases y nos daremos más tiempo para evitar ese punto de inflexión en el que el clima de todo el planeta sufra daños irreparables durante siglos”.
Nominadores
Steven Pinker y Peter Singer han sido nominados por Melissa Lane, catedrática de Ciencias Políticas y directora del Centro Universitario de Valores Humanos de la Universidad de Princeton (Estados Unidos); José Muñiz Fernández, rector de la Universidad Nebrija (España); y Luis M. Valdés Villanueva, profesor emérito honorífico en el Departamento de Filosofía de la Universidad de Oviedo (España).
Biografías de los premiados
Steven Pinker (Montreal, Canadá, 1954), de nacionalidad canadiense y estadounidense, se licenció en Psicología en la Universidad McGill (1976) y se doctoró en la misma materia en la de Harvard (1979). Sus dos primeras décadas de docencia e investigación se desarrollaron entre las universidades de Harvard y Stanford y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). En 2003 regresó a Harvard, donde hoy ocupa la cátedra Johnstone Family de Psicología. Es autor de una docena de libros: el más reciente es Rationality: What It Is, Why It Seems Scarce, Why It Matters (2021); mientras que Language, Cognition, and Human Nature (2013) reúne sus artículos académicos. Ha dirigido el Panel de Uso del American Heritage Dictionary, ha sido, entre otros cargos editoriales, Executive Associate Editor de Cognition: International Journal of Cognitive Science y forma parte del Panel de Bienestar Mundial de la London School of Economics y la Barcelona School of Economics. Es doctor honoris causa por nueve universidades de cinco países y en 2021 la web Academic Influence lo catalogó como el segundo psicólogo más influyente del mundo en la década 2010-2020.
Peter Singer (Melbourne, Australia, 1946) obtuvo su licenciatura en Filosofía en la Universidad de Oxford (1971) y se doctoró con una tesis publicada en España bajo el título Democracia y desobediencia. Tras enseñar en las universidades de Oxford, Nueva York y La Trobe (Australia), en 1977 se incorporó a la también australiana Universidad Monash, donde además de catedrático de Filosofía ha sido director del Centro de Bioética Humana y codirector del Instituto de Ética y Política Pública. Desde 1999 es titular de la Cátedra de Bioética Ira W. DeCamp en el Centro Universitario de Valores Humanos de la Universidad de Princeton, puesto que entre 2013 y 2019 compatibilizó con el de Laureate Professor en la Facultad de Estudios de Historia y Filosofía de la Universidad de Melbourne. Desde 1974 -año de lanzamiento de Liberación animal, su segundo libro- ha publicado como autor, coautor, editor o coeditor más de 50 obras, traducidas a 25 idiomas. Es fundador de las organizaciones Animals Australia y The Life You Can Save, fue el presidente fundador de la Asociación Internacional de Bioética y ha formado parte del consejo editorial de revistas como Ethics, International Journal for the Study of Animal Problems y Bioethics.
Jurado y Comité Técnico de Humanidades y Ciencias Sociales
El jurado de esta categoría ha estado presidido por Carmen Iglesias, catedrática de Historia de las Ideas y Formas Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, directora de la Real Academia de la Historia y académica de número de la Real Academia Española; y ha contado como secretario con José Manuel Sánchez Ron, catedrático emérito de Historia de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid y académico de número de la Real Academia Española. Los vocales han sido Ignacio Bosque, catedrático honorífico de Lengua Española de la Universidad Complutense de Madrid y académico de la Real Academia Española; Isabel Burdiel, catedrática de Historia Contemporánea en la Universidad de Valencia; Violeta Demonte, catedrática emérita de Lengua Española en la Universidad Autónoma de Madrid; y José María Fernández Cardo, catedrático emérito de Filología Francesa en la Universidad de Oviedo.
El Comité Técnico de Apoyo, encargado de la preevaluación de las nominaciones, ha estado coordinado por Luis Calvo Calvo, investigador científico en la Institución Milá y Fontanals (IMF), e integrado por Juan Arrizabalaga Valbuena, profesor de investigación en la Institució Milá i Fontanals (IMF); Araceli González Vázquez, científica titular en la Institució Milá i Fontanals (IMF); Esther Hernández Hernández, investigadora científica en el Instituto de Lengua, Literatura y Antropología (ILLA); y Consuelo Naranjo Orovio, profesora de investigación en el Instituto de Historia (IH-CCHS, CSIC).
Sobre los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento
La Fundación BBVA tiene como foco de su actividad el fomento de la investigación científica y la creación cultural de excelencia, así como el reconocimiento del talento.
Los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, dotados con 400.000 euros en cada una de sus ocho categorías, reconocen e incentivan contribuciones de singular impacto en las ciencias físicas y la química, la matemática, la biología y la biomedicina, la tecnología, las ciencias del medio ambiente (cambio climático, ecología y biología de la conservación), la economía, las ciencias sociales, las humanidades y la música, en especial aquellas que amplían significativamente el ámbito de lo conocido en una disciplina, hacen emerger nuevos campos o tienden puentes entre diversas áreas disciplinares. El objetivo de los galardones, desde su creación en 2008, es celebrar y promover el valor del conocimiento como un bien público sin fronteras, que beneficia a toda la humanidad, siendo la mejor herramienta para afrontar los grandes desafíos globales de nuestro tiempo y ampliar la visión del mundo de cada individuo. Sus ocho categorías atienden al mapa del conocimiento del siglo XXI.
En la evaluación de las nominaciones al Premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Humanidades y Ciencias Sociales, procedentes de numerosas instituciones y países, la Fundación BBVA ha contado con la colaboración de la principal organización pública española de investigación, el CSIC. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas participa de manera preferente en la designación de los miembros de los Comités Técnicos de Apoyo, integrados por destacados especialistas del correspondiente ámbito de conocimiento, que llevan a cabo la primera valoración de las candidaturas, elevando al jurado una propuesta razonada de finalistas. El CSIC designa, además, la presidencia de cada uno de los ocho jurados en las ocho categorías de los premios y colabora en la designación de todos sus demás integrantes, contribuyendo así a garantizar la objetividad en el reconocimiento de la excelencia científica.